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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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martes, 19 de enero de 2010

CONFLICTO-- CRONICAS VAMPIRICAS-- CAPITULO 5

“Sábado 2 de Noviiembre..
Querido Diario:
Esta mañana me desperté y me sentí muy rara. No sé como
describirlo. Por una parte, estaba tan débil que cuando
intenté ponerme en pie los músculos no me aguantaban. Pero
por otra parte me sentí…bien. Tan cómoda, tan relajada…
como si flotara en un lecho de luz dorada. No me importó si
nunca volvían a moverme.
Entonces recordé a Stefan e intenté levantarme, pero tía
Judith me volvió a meter en la cama. Dijo que Bonnie y
Meredith habían marchado hace horas y que yo estaba tan
profundamente dormida que no pudieron despertarme. Dijo
que lo que necesitaba era descanso.
Así que aquí estoy. Tía Judith trajo el televisor a mi
habitación, pero no tengo ganas de mirar la televisión.
Prefiero estar tumbada aquí y escribir, o simplemente estar
tumbada. Espero que Stefan venga a verme. Dijo que lo haría.
O tal vez no lo hizo. No lo recuerdo. Cuando venga tengo
que…
Domiingo 3 de Noviiembre,, ll0::30 de lla noche.
Acabo de releer la anotación de ayer y estoy perpleja. ¿Qué
me sucedió? Me interrumpí en mitad de una frase y ahora no
sé siquiera lo que iba a decir. Y no expliqué lo de mi nuevo
diario ni nada. Debo de haber estado totalmente ida. Sea
como sea, este es el inicio oficial de mi nuevo diario. Compré
este cuaderno en blanco en una tienda. No es tan bonito como
el otro, pero tendrá que servir. He perdido la esperanza de
volver a ver jamás mi antiguo diario. Quienquiera que lo robó
no va a devolverlo. Pero cuando pienso en ellos leyéndolos,
con todos mis pensamientos íntimos y mis sentimientos por
Stefan, quisiera matarlos. Mientras que simultáneamente me
muero de humillación.
Desde luego, en él no hay nada sobre su secreto. No lo había
descubierto aún. Hasta que lo hice no le comprendí
realmente, y nos unimos, nos unimos realmente por fin.
Ahora formamos parte el uno del otro. Siento como si le
hubiese estado esperando toda mi vida.
Quizás piensas que soy horrible por amarle, considerando lo
que es. Puede ser violento, y sé que hay cosas de su pasado de
las que se siente avergonzado. Pero jamás podría ser violento
conmigo, y el pasado ha quedado atrás. Se siente tan culpable
y siente tanto dolor interiormente… Quiero curar sus heridas.
No sé qué sucederá ahora, simplemente estoy muy contenta
de que esté a salvo. Fui a la casa de huéspedes hoy y averigüé
que la policía había estado allí ayer. Stefan estaba débil y no
pudo utilizar sus poderes para deshacerse de ellos, pero no le
acusaron de nada. Simplemente hicieron preguntas. Stefan
dice que se mostraron amistosos, lo que hace que me sienta
suspicaz. A lo que realmente se reducen todas las preguntas
es a: ¿dónde estabas la noche que atacaron al anciano bajo el
puente, y la noche que atacaron a Vickie Bennet en la iglesia
en ruinas, y la noche que mataron al señor Tanner en el
instituto?
No tienen ninguna prueba contra él. Los crímenes empezaron
justo después de que él llegara a Fell´s Church, pero ¿y eso
qué? Eso no es prueba de nada. Que discutió de nuevo con el
señor Tanner esa noche… De nuevo, ¿y qué? Todo el mundo
discutía con el señor Tanner. Que desapareció después de que
se encontrara el cuerpo del señor Tanner… Pues está de
vueltaahora y está muy claro que él mismo fue atacado por la
misma persona que cometió los otros crímenes. Mary le contó
a la policía el estado en el que estaba. Y si alguna vez nos
preguntan, Matt, Bonnie, Meredith y yo podemos testificar
cómo le encontramos. No tienen nada en absoluto contra él.
Stefan y yo charlamos sobre eso, y sobre otras cosas. Fue tan
agradable volver a estar con él, incluso aunque estaba pálido y
cansado. Sigue sin recordar cómo finalizó la noche del jueves,
pero la mayor parte de ello es tal y como yo sospechaba.
Stefan fue en busca de Damon el jueves por la noche, después
de llevarme a casa. Discutieron. Stefan acabó medio muerto
en un pozo. No hace falta ser un genio para saber qué sucedió
en el intervalo.
Todavía no le he contado que fui en busca de Damon al
cementerio el viernes por la mañana. Supongo que será mejor
que lo haga mañana. Sé que va a contrariarse, en especial
cuando oiga lo que Damon me dijo.
Bueno, eso es todo. Estoy cansada. Este diario va a estar bien
escondido, por razones obvias.”
*
Elena hizo una pausa y miró la última línea de la página.
Luego añadió:
*
“PD: Me pregunto quién será nuestro nuevo profesor de
Historia Europea.”
*
Elena recorrió el pasillo en un curioso vacío. En el instituto,
por lo general, era acribillada por todos lados; era un “Hola,
Elena” tras otro “Hola, Elena”, allí donde fuera. Pero hoy los
ojos se apartaban furtivamente cuando se aproximaba, o la
gente se mostraba repentinamente muy ocupada haciendo
algo que requería que estuviera de espaldas a ella. Había
ocurrido lo mismo todo el día. Se detuvo en la entrada de
Historia Europea. Ya había varios alumnos sentados, y ante la
pizarra estaba un desconocido.
Parecía un estudiante él mismo. Tenía los cabellos de un color
rubio rojizo, un tanto largos, y la complexión de un atleta. En
la pizarra había escrito “Alaric K. Saltzman”. Cuando se dio la
vuelta, se dio cuenta de que también tenía una sonrisa
juvenil.
Siguió sonriendo mientras Elena se sentaba y otros alumnos
entraban de uno en uno. Stefan estaba entre ellos, y sus ojos
se encontraron con los de Elena mientras ocupaba un asiento
junto a ella, pero no hablaron. Nadie hablaba. En la
habitación reinaba un silencio sepulcral. Bonnie se sentó al
otro lado de Elena. Matt se encontraba unos pocos pupitres
más allá, pero miraba recto al frente.

Las últimas dos personas en entrar fueron Carolina Forbes y
Tyler Smallwood. Entraron juntos, y a Elena no le gustó la
expresión de Carolina. Conocía demasiado bien aquella
sonrisa felina y aquellos ojos verdes entrecerrados. Las
facciones apuestas y más bien rollizas de Tyler refulgían
satisfechas. La decoloración bajo los ojos provocada por el
puño de Stefan casi había desaparecido.
- Muy bien, para empezar, ¿por qué no colocamos todos estos
pupitres en un círculo?.
La atención de Elena regresó bruscamente al desconocido de
la parte delantera del aula. Éste seguía sonriendo.
- Vamos, hagámoslo. De ese modo todos podremos vernos las
caras al hablar – dijo.
En silencio, los alumnos obedecieron. El desconocido no se
sentó en la mesa del señor Tanner; en su lugar, acercó una
silla al círculo y se sentó a horcajadas, colocando el respaldo
al frente.
- Ahora –siguió- sé que todos debéis sentir curiosidad
respecto a mí. Mi nombre está en la pizarra: Alarick K.
Saltzman. Pero quiero que me llaméis Alarick. Os contaré
algo sobre mí más adelante, pero primero quiero daros una
oportunidad para hablar. Hoy probablemente sea un día
difícil para la mayoría de vosotros. Alguien que os importaba
se ha ido, y eso debe doler. Quiero daros una oportunidad de
abriros y compartir esos sentimientos con los compañeros de
clase. Luego podemos empezar a construir nuestra relación
basándola en la confianza. Ahora, ¿a quién le gustaría ser el
primero?
Le miraron atónitos, y nadie movió siquiera una pestaña.
- Bien, veamos… ¿qué hay de ti? –Todavía sonriendo, indicó
con gesto alentador a una hermosa muchacha rubia- Dinos tu
nombre y cómo te sientes con lo sucedido.
Aturullada, la joven se puso en pie.
- Me llamo Sue Carson, y, uh… -aspiró profundamente, y
siguió adelante con tenacidad-. Y me siento asustada. Porque
quienquiera que sea el maníaco, todavía anda suelto. Y la
próxima vez, podría ser yo –. Se sentó.
- Gracias, Sue. Estoy seguro de que un gran número de tus
compañeros comparten tu preocupación. Ahora, tengo
entendido que alguno de vosotros estabais realmente allí
cuando ocurrió la tragedia.
Crujieron los pupitres al removerse inquieto los alumnos.
Pero Tyler Smallwood se puso en pie, los labios separándose
de unos fuertes dientes en una sonrisa.
- La mayoría de nosotros estaba allí –dijo, y sus ojos se
movieron veloces hacia Stefan.
Elena vio cómo otras personas seguían la dirección de su
mirada.
- Yo llegué justo allí después de que Bonnie descubriera el
cuerpo. Y lo que yo siento es preocupación por la comunidad.
Hay un asesino peligroso en las calles, y hasta ahora nadie ha
hecho nada para detenerle. Y…
Se interrumpió. Elena no estaba segura de cómo, pero tuvo la
sensación de que Carolina le había indicado que lo hiciera.
Carolina echó atrás su melena castaño rojizo y volvió a cruzar
las largas piernas mientras Tyler se sentaba de nuevo.
- De acuerdo, gracias. Así que la mayoría estabais allí. Eso lo
hace doblemente duro. ¿Podemos oír a la persona que
efectivamente halló el cuerpo? ¿Está Bonnie aquí? –Paseó la
mirada por el aula.
Bonnie alzó la mano despacio, luego se puso en pie.
- Supongo que yo descubrí el cuerpo –dijo-. Quiero decir que
fui la primera persona que supo que estaba realmente
muerto, y no fingiendo simplemente.
Alaric Saltzman pareció ligeramente sobresaltado.
- ¿No fingiéndolo simplemente? ¿Fingía a menudo estar
muerto?
Se escucharon risas ahogadas, y él volvió a mostrar aquella
sonrisa juvenil. Elena volvió la cabeza y dirigió una mirada
fugaz a Stefan, que tenía el entrecejo fruncido.
- No…, no –dijo Bonnie-. Verá, él era un sacrificio. En la Casa
Encantada. Así que estaba cubierto de sangre, sólo que era
sangre falsa. Y eso fue en parte culpa mía, porque él no quería
ponérsela, y le dije que tenía que hacerlo. Se suponía que era
un cadáver ensangrentado. Pero no hacía más que decir que
era demasiado sucio, y sólo cuando Stefan discutió con él…-
se detuvo. Quiero decir que hablamos con él y finalmente
accedió a hacerlo, y entonces la Casa Encantada empezó. Y al
cabo de un rato me di cuenta de que no se incorporaba y
asustaba a los chicos como se suponía que debía hacerlo, y me
acerqué a él y le pregunté qué sucedía. Y él no contestó. Él
sólo…, el sólo siguió mirando fijamente el techo. Y entonces lo
toqué y él… fue terrible. Su cabeza simplemente se desplomó
a un lado, como si dijéramos.
La voz de Bonnie tembló y calló. La muchacha tragó saliva.
Elena se había puesto en pie, y también Stefan y Matt y unas
cuantas personas. Elena alargó el brazo hacia Bonnie.
- Bonnie, todo va bien. Bonnie, no; todo va bien.
- Y yo tenía sangre por todas las manos. Había sangre por
todas partes, tantísima sangre…-Lloriqueó histéricamente.
- De acuerdo, se acabó el tiempo –dijo Alaric Saltzman-. Lo
siento; no era mi intención alteraros tanto. Pero creo que
necesitáis abriros paso a través de esos sentimientos en algún
momento en el futuro. Está claro que ha sido una experiencia
devastadora.
Se puso en pie y paseó alrededor del círculo, abriendo y
cerrando las manos nerviosamente. Bonnie seguía sorbiendo
por la nariz quedamente.
- Ya sé, dijo él, y la sonrisa juvenil regresó llena de fuerza-. Me
gustaría conseguir que nuestra relación profesor-alumno se
iniciara con buen pie, lejos de toda ésta atmósfera. ¿Qué tal si
os venís todos a mi casa esta noche, y así podemos charlar
informalmente? Sólo para conocernos mejor mutuamente y
para charlar de lo sucedido. Incluso podéis traer a un amigo si
queréis. ¿Qué os parece?
Se produjeron otros treinta segundos de miradas atónitas.
Luego alguien dijo:
- ¿Su casa?
- Sí…, vaya, se me olvidaba. Qué estúpido. Me alojo en la casa
de los Ramsey en la calle Magnolia. –Escribió la dirección en
la pizarra-. Los Ramsey son amigos míos, y me han prestado
su casa mientras están de vacaciones. Vengo de
Charlestonville, y vuestro director me telefoneó el viernes
para preguntarme si podía hacerme cargo de las clases.
Acepté la oportunidad al momento. Éste es mi primer
auténtico trabajo como profesor.
- Ah, eso lo explica –dijo Elena por lo bajo.
- ¿Lo hace? – inquirió Stefan.
- En todo caso, ¿qué os parece? ¿Lo hacemos? –Alaric
Saltzman paseó la mirada por todos ellos. Nadie tuvo el valor
de negarse. Se escucharon “Síes” y “desde luegos”
desperdigados.
- Estupendo, entonces está acordado. Proporcionaré el
refrigerio y todos acabaremos conociéndonos bien. Ah, a
propósito… -abrió un libro de calificaciones y pasó una
mirada rápida por él -. En ésta clase, la participación
constituye la mitad de vuestra nota final -. Alzó los ojos y
sonrió-. Ahora podéis iros.
- Vaya desfachatez que tiene éste – masculló alguien cuando
Elena salía por la puerta. Bonnie iba detrás de ella, pero la voz
de Alaric Saltzman la hizo regresar.
- ¿Querrán los alumnos que han intervenido quedarse, por
favor, un minuto?
Stefan también tenía que salir.
- Será mejor que vaya a comprobar lo del entrenamiento del
equipo de rugby –dijo-. Probablemente se habrá cancelado,
pero será mejor que me asegure.
Elena se sintió preocupada.
- Si no se ha cancelado, ¿crees que estás en condiciones de
entrenar?
- Estaré perfectamente –dijo él en tono evasivo.
Pero ella observó que su rostro todavía parecía demacrado y
que se movía como si sintiera dolor.
- Me encontraré contigo en tu taquilla – dijo él.
Ella asintió. Cuando llegó a su taquilla, vio a Carolina a poca
distancia charlando con otras dos chicas. Tres pares de ojos
siguieron cada moviemiento suyo mientras guardaba los
libros, pero cuando Elena alzó la mirada, dos de ellas miraron
pronto hacia otra parte. Sólo Carolina siguió mirándola
fijamente, con la cabeza un poco ladeada mientras le
susurraba algo a las otras muchachas. Elena ya estaba harta.
Cerrando la taquilla de un portazo, marchó directamente
hacia el grupo.
- Hola, Becky; hola, Sheila- saludó; luego con gran énfasis-:
Hola, Carolina.
Becky y Sheila farfullaron un “Hola” y añadieron algo sobre
tener que marchar. Elena ni siquiera volvió la cabeza para
contemplar como se escabullían, sino que mantuvo los ojos
fijos en Carolina.
- ¿Qué ocurre? –exigió.
- ¿Ocurrir?
Era evidente que Carolina estaba disfrutando con aquello,
intentando alargarlo lo más posible.
- ¿Ocurrir con quién?
- Contigo, Carolina. Con todo el mundo. No finjas que no
estás tramando algo, porque sé que sí lo haces. La gente me
ha estado evitando todo el día como si tuviera la peste, y tú
tienes el mismo aspecto que si te acabara de tocar la lotería.
¿Qué has hecho?
La expresión de inocente inquisición de Carolina desapareció
y sonrió con una sonrisa felina.
- Te dije cuando empezó el instituto que las cosas serían
diferentes este año, Elena –dijo-. Te advertí que tu tiempo en
el trono podría estar agotándose. Pero no es cosa mía. Lo que
está sucediendo es simple selección natural. La ley de la selva.
- Y, exactamente, ¿qué es lo que está sucediendo?
- Bueno, digamos simplemente que salir con un asesino
pueda entorpecer tu vida social.
El pecho de Elena se tensó como si Carolina la hubiese
golpeado. Por un momento, el deseo de pegar a la joven fue
casi irresistible. Luego, con la sangre silbándole en los oídos,
dijo entre dientes:
- Eso no es cierto, Stefan no ha hecho nada. La policía le
interrogó y quedó limpio.
Carolina se encogió de hombros. Su sonrisa fue ahora
condescendiente.
- Elena, te he conocido desde el jardín de infancia –dijo- de
modo que te daré un consejo en recuerdo de los viejos
tiempos: Deja a Stefan. Si lo haces justo ahora, podrías evitar
ser una completa leprosa social. De lo contrario, más vale que
te compres una campanita para ir tocándola por la calle.
La rabia se apoderó de Elena mientras Carolina se daba la
vuelta y marchaba, los cabellos color caoba moviéndose igual
que un líquido bajo las luces. Entonces, Elena recuperó el
habla.
- Carolina.
La aludida movió la cabeza.
- ¿Vas a ir a esa fiesta en casa de los Ramsey esta noche?
- Eso supongo, ¿por qué?
- Porque estaré allí. Con Stefan. Te veo en la selva.
En esta ocasión fue Elena la que se dio media vuelta. La
dignidad de su salida quedó ligeramente estropeada cuando
vio una figura delgada en sombras en el otro extremo del
pasillo. Su paso titubeó por un instante, pero a medida que se
acercaba más reconoció a Stefan.
Elena sabía que la sonrisa que dedicó al muchacho parecía
forzada, y él echó un vistazo atrás en dirección a las taquillas
mientras abandonaba el instituto uno junto al otro.
- ¿Así que estaba cancelado el entrenamiento de rugby? – dijo
ella.
Él asintió.
- ¿A qué venía todo eso? –preguntó en voz baja.
- Nada. Le pregunté a Carolina si iba a ir a la fiesta de esta
noche.
Elena ladeó la cabeza para mirar al cielo gris y deprimente.
- ¿Y de eso hablabais?
Recordó lo que él le había dicho en su habitación, que podía
ver y oír mejor que un humano. ¿Bastante bien para captar
palabras pronunciadas a doce metros más allá en el pasillo?
- Sí – respondió desafiante, inspeccionando aún las nubes.
- ¿Y eso es lo que te enfureció tanto?
- Sí –volvió a decir ella, con el mismo tono.
Sentía los ojos de él fijos en ella.
- Elena, eso no es cierto.
- Bueno, si puedes leer mi mente, no necesitas hacer
preguntas, ¿verdad?
Estaban cara a cara en aquel momento, y Stefan tensó la boca
en una lúgubre línea fina.
- Sabes que yo no haría eso, pero pensaba que eras tú la que le
daba tanta importancia a la honestidad en las relaciones.
- De acuerdo. Carolina estaba actuando con su acostumbrado
modo insidioso y hablando demasiado sobre el asesinato. ¿Y
qué? ¿por qué te importa?
- Porque –dijo Stefan con sencillez, con brutalidad – podría
tener razón. No sobre el asesinato, pero sí respecto a ti.
Respecto a ti y a mí. Debería haber
comprendido que esto sucedería. No es sólo ella, ¿verdad? He
estado percibiendo hostilidad y miedo todo el día, pero estaba
demasiado cansado para intentar analizarlo. Piensan que soy
el asesino y te atacan a ti.
- ¡Lo que piensen no importa! Se equivoca, y se darán cuenta
finalmente. Entonces todo será tal y como era antes.
Una sonrisa nostálgica asomó por la comisura de los labios de
Stefan.
- Realmente lo crees, ¿verdad? – Desvió la mirada y su rostro
se endureció- ¿Y si no lo hacen? ¿Y si la cosa simplemente
empeora?
- ¿Qué estás diciendo?
- Podría ser mejor… -Stefan aspiró profundamente y
prosiguió con cautela- Podría ser mejor si no nos viéramos
durante un tiempo. Si piensan que no estamos juntos, te
dejarán tranquila.
Ella le miró fijamente.
- ¿Y crees que puedes hacer eso? ¿no verme o hablar conmigo
durante el tiempo que sea?
- Si es necesario…. Sí. Podríamos fingir que hemos cortado. –
Adoptó una expresión firme.
Elena le miró fijamente durante otro momento. Luego se
colocó ante él y se acercó más, tanto que casi se tocaban. Él
tuvo que bajar la mirada hacia ella, sus ojos a pocos
centímetros de los de la muchacha.
- Solo existe – dijo ella- un modo de que anuncie al resto del
instituto que hemos roto. Y es si me dices que no me amas y
no quieres volver a verme. Dime eso, Stefan, ahora mismo.
Dime que no quieres estar conmigo nunca más.
Él había dejado de respirar. La miró desde su altura, con
aquellos ojos verdes estriados como los de un gato en
tonalidades esmeralda, malaquita y verde acebo.
- Dilo – le instó ella-. Dime como puedes seguir adelante sin
mí, Stefan. Dime…
Jamás consiguió finalizar la frase. Quedó interrumpida
cuando la boca de él descendió sobre la suya.

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