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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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miércoles, 14 de abril de 2010

EL RETORNO: ALMAS SOMBRIAS-- CAPITULO 9

Incluso aunque Elena abrió su boca para hablar, ella se sintió
levantada como por un huracán. Por un momento ella se pego al
cuerpo del chico quien estaba siendo desgarrado de su agarre,
entonces ella solo tuvo tiempo para gritar “Volveré” y escuchar su
respuesta, antes de ser empujada al mundo real de baños y manipulaciones y
cuartos de motel.
“¡Guardare tu secreto!” eso fue lo que grito el chico en el último momento.
¿Y que podría decir eso aparte de mantener su cita en secreto del real (u
“ordinario”) Damon?
Un momento después Elena estaba en el sórdido cuarto de motel y Damon
estaba agarrándola de sus brazos. Mientras él la liberaba Elena saboreo sal.
Las lágrimas caían libremente por sus mejillas.
Al parecer eso no hizo diferencia en su atacante. Damon parecía estar en la
misericordia de la cruda desesperación. El se estaba sacudiendo como un niño
pequeño que hubiera acabado de besar por primera vez a su primer amor. Eso
es lo que se está llevando el control, Elena pensó borrosamente.
Y por su lado, ella sentía que se iba a desmayar.
¡No! ella tenía que estar consciente.
Elena empujo y se retorció, hiriéndose deliberadamente sobre el aparente
agarre irrompible que la retenía.
Este se sostuvo.
¿El poseedor? ¿Shinichi otra vez entrando en la mente de Damon
y haciéndole hacer cosas—?
Elena lucho más fuerte, empujando hasta que de hecho pudo haber gritado de
dolor. Ella gimoteo una vez—
El agarre se soltó.
De algún modo Elena supo que Shinichi no estaba envuelto con esto. La
verdadera alma de Damon era el pequeño chico que sostenía las cadenas por
Dios-sabría-cuantos-siglos, quien nunca había conocido la calidez de la
cercanía pero quien aún tenía una apreciación de añoranza ante esta. El niño
quien estaba encadenado a los muros de roca era uno de los más profundos
secretos de Damon.
Y ahora Elena estaba temblando tan fuerte que no estaba segura si podría
seguir en pie, y ella se estaba preguntando por el chico. ¿Tenía frio? ¿Estaba
llorando como ella? ¿Como podía saberlo?
Ella y Damon fueron dejados mirándose, ambos respirando con dificultad. El
cabello sedoso de Damon estaba desordenado, haciéndolo ver desaliñado y
bucanero. Su cara, siempre pálida y auto-compuesta, estaba sonrojada como
por sangre. Sus ojos cayeron para mirar a Elena automáticamente masajeando
sus muñecas. Ella podía sentir pinchazos y punzadas ahora: estaba
recuperando la circulación. Una vez el miro a otra parte, parecía no ser capaz
de mirarla nuevamente.
Contacto visual. Está bien. Elena reconoció un arma, a tientas por una silla y
encontrando la cama inesperadamente cerca tras ella. Ella no tenía muchas
armas; y necesitaba usarlas ahora.
Ella se sentó, rindiéndose ante la debilidad de su cuerpo, pero mantuvo sus
ojos en el rostro de Damon. So boca estaba hinchada. Y eso era... injusto. El
mohín de Damon hacia parte de su artillería básica. El siempre había tenido la
boca más hermosa que hubiera visto en alguien, hombre o mujer. La boca, el
cabello, las puntas medio-cayendo, las fuertes pestañas, la delicadez de su
mandíbula... injusto, incluso para alguien como Elena, quien hacía mucho
tiempo perdía el interés en alguna persona por algún accidente de
belleza.
Pero ella jamás había visto esa boca hinchada, el cabello perfecto despeinado,
las pestañas temblando porque estaba mirando a cualquier lugar menos a ella y
no quería mostrarlo.
“¿Era eso... lo que estabas pensando cuando te estabas rehusando a hablar
conmigo?” ella pregunto, y su voz fue casi firme.
La repentina quietud de Damon fue casi perfección como sus otras
perfecciones. No respirar, claro. El mantuvo su enfoque en la alfombra beige
que por derecho tendría que ser rota en llamas.
Entonces finalmente, el deslizo esos grandes ojos hacia ella. Era difícil decir
algo sobre los ojos de Damon porque su iris era casi del mismo color de la
pupila, pero Elena presentía que sabía que en ese momento estaban tan
dilatados que eran todo pupila. ¿Como podían unos ojos tan oscuros como la
medianoche atrapar y sostener la luz? Parecía estar viendo un universo de
estrellas en ellos.
Damon dijo suavemente:
“Corre”
Elena sintió sus piernas tensarse.
“¿Shinichi?”
“No. Tu deberías correr ahora.”
Elena sintió sus músculos relajarse y agradeció no tener que probar si podía
correr—en ese exacto momento. Pero sus puños se apretaron.
“¿Quieres decir que solo eres tu siendo un bastardo?” dijo “¿Decidiste
odiarme otra vez? ¿Disfrutas...?”
Damon dio vuelta otra vez, la quietud hecha movimiento más veloz de lo que
su mirada pudiera seguir. El golpeo el marco de la ventana, una vez,
empujando el puñetazo completamente en el último instante. Hubo
un estruendo y entonces miles de trozos de vidrio llovieron como
diamantes a la oscuridad de afuera.
“Eso puede hacer... que venga alguien a ayudarte.” Damon no estaba
intentando que las palabras parecieran más que un pensamiento. Ahora que el
estaba lejos de ella, a él no parecían importarle las apariencias. Finos
temblores corrían por su cuerpo.
“Tan tarde, en esta tormenta, tan lejos de la oficina... lo dudo.” El cuerpo de
Elena estaba alcanzando un alza de adrenalina que le había permitido luchar
contra el agarre de Damon. Ella sentía su piel hormigueando y tuvo que
esforzarse para no empezar a sacudirse.
Y estaban de vuelta al punto de partida, con Damon mirando hacia la noche y
ella atrás. O, al menos, así era como el quería que estuvieran.
“Pudiste solo haber preguntado.” dijo ella. Ella no sabía si era posible que un
vampiro entendiera. Aun no había podido enseñarle a Stefan. El dejaba de
hacer cosas que quería porque no entendía sobre preguntar. En toda inocencia
y buenas intenciones, Stefan dejaba las cosas hasta que ella, Elena, se veía
forzada a pedírselas.
Damon, ella pensó, usualmente no tiene ese problema. El tomaba lo que
quería como seleccionando cosas como en una tienda de comestibles. Y ahora
el estaba riendo en silencio, lo que quería decir que en verdad estaba
impresionado.
“Lo tomo como una disculpa.” Dijo Elena suavemente.
Ahora Damon estaba riendo en voz alta y Elena sintió un frio. Aquí estaba
ella, intentando ayudarlo, y el...
“¿Tú crees” pregunto el “que eso era todo lo que quería?”
Elena sintió congelarse otra vez mientras reflexionaba. Damon pudo
fácilmente haber bebido su sangre mientras estuvo inmóvil. Pero—claro—eso
no era lo que quería de ella. Su aura... ella sabía lo que les hacía a los
vampiros. Damon la había estado protegiendo para que otros vampiros no la
vieran.
La diferencia, la natural honestidad de Elena le dijo, era que ella no daba un
demonio por los otros. Pero Damon era diferente. Cuando él la había besado
ella había sentido la diferencia en su interior, algo que ella no había sentido
hasta... Stefan.
¿Oh, Dios—está realmente era ella, Elena Gilbert, traicionando a Stefan por el
simple acto de huir de esta situación? Damon estaba siendo mejor persona que
ella; él le estaba pidiendo que alejara la tentación de su aura de él.
Para que ella pudiera iniciar nuevamente la tortura mañana.
Elena había estado en muchas circunstancias en las que había juzgado que
sería mejor alejarse antes de que las cosas se volvieran más calientes. El
problema aquí era que no había ningún lugar al que pudiera huir sin que se
elevara la temperatura—estuviera en gran peligro. Y, a propósito, perder la
oportunidad de encontrar a Stefan.
¿Debió haber ido con Matt? Pero Damon había dicho que no podrían entrar a
la Dimensión Oscura, no dos humanos solos. El había dicho que lo
necesitaban con ellos. Y Elena aun tenía dudas si Damon se habría tomado el
trabajo de conducir hasta Arizona, mucho menos a la búsqueda de Stefan, si
ella no estuviera con él a cada paso.
Además, ¿como podría Matt protegerla por el peligroso camino que ella y
Damon estaban recorriendo? Elena sabia que Matt moriría por ella—y eso es
lo que habría hecho por ella, también, si se hubieran cruzado con vampiros y
hombres lobo. Muerto, dejando a Elena sola con sus enemigos.
Oh, sí, Elena sabía que hacia Damon cada noche mientras ella dormía en el
auto. El ponía una especie de hechizo oscuro, firmándolo con su nombre,
sellándolo con su sello y eso mantenía las criaturas de la noche alejadas hasta
el amanecer.
Pero sus más grandes enemigos, los hermanos kitsune, Shinichi y Misao,
habían venido con ellos.
Elena pensó en todo esto antes de volver a mirar a Damon a los ojos. Ojos que
en ese momento le recordaron a ese niño andrajoso encadenado a la roca.
“No te vas a ir, ¿verdad?” susurro él.
Elena sacudió su cabeza.
“¿En verdad no me tienes miedo?”
“Oh, tengo miedo.” Elena nuevamente sintió un temblor. Pero ella estaba
volando ahora en algún lugar, ella había puesto el curso y no había modo de
que se detuviera. Especialmente no cuando él la miraba de ese modo. Le
recordaba un gozo feroz, el reticente orgullo que el siempre tenía cuando
derrotaban juntos un enemigo.
“No me convertiré en tu princesa de la oscuridad.” le dijo. “Y sabes que nunca
renunciaré a Stefan.”
Un fantasma de su sonrisa burlona se mostro.
“Hay mucho tiempo para convencerte sobre mi forma de pensar sobre eso.”
No es necesario, pensó Elena, ella sabía que Stefan comprendería.
Pero justo ahora, cuando el mundo parecía estar girando a su alrededor se
levanto para retar a Damon.
“Tú dices que no es Shinichi, te creo. ¿Pero es sobre lo que... Caroline dijo?”
Ella pudo escuchar la dureza en su voz.
“¿Caroline?” Damon parpadeo como si se hubiera deshecho de su
tranquilidad.
“Ella dijo que antes que conociera a Stefan yo era...” ella encontró imposible
pronunciar la última palabra, “que era... promiscua.”
La mandíbula de Damon se apretó y sus mejillas se sonrojaron brevemente—
como si se hubiera sobrevenido de una dirección inesperada.
“Esa chica.” murmuro él. “Ella ya ha fijado su destino y si hubiera alguien
más a quien me viera inclinado a tener lastima. Pero ella es... mas allá... ella
va... más allá... de cualquier propiedad.”
Mientras el decía lentamente sus palabras y una mirada de desconcierto nubló
su rostro, el estaba mirando a Elena y ella supo que el podía ver las lagrimas
en sus ojos, porque él se acerco para quitarlas con sus dedos. Mientras lo
hacía, sin embargo, se detuvo muerto en medio movimiento, y, con su rostro
repentinamente desconcertado, trajo una de las lágrimas a sus labios, probando
sus lágrimas.
Lo que fuera que saboreaba le gustaba, no parecía creerlo. El trajo su otra
mano a sus labios también. Elena lo estaba mirando ahora abiertamente; el
debió notar su consternación—pero no lo hizo. En cambio un caleidoscopio de
emociones paso por su rostro, demasiado rápido para su visión humana. Pero
ella vio impresión, incredulidad, amargura, más impresión, y entonces alguna
clase de felicidad impactante y una mirada como si hubiera lagrimas en sus
ojos.
Y entonces Damon rió. Fue rápido, una propia mueca, pero fue genuina,
eufórica, incluso.
“Damon,” dijo Elena, aun parpadeando por las lagrimas—había pasado muy
rápido. “¿Que pasa contigo?”
“Nada está mal, todo está bien.” Dijo él, elevando su dedo erudito. “No debes
engañar a un vampiro, Elena. Los vampiros tenemos muchos sentidos que los
humanos no—y algunos de los que no sabemos hasta que los necesitamos. Me
ha tomado algo darme cuenta lo que se sobre ti. Porque, claro, todos me dicen
una cosa y mi propia mente me dice algo más. Pero lo descubrí, al final. Se lo
que eres en realidad, Elena.
Por medio minuto, Elena se quedo en un impactante silencio.
“Si lo sabes, entonces tendría que decirte que en este mismo
momento nadie te creería.”
“Tal vez no”, dijo él, “especialmente si son humanos, pero los vampiros
pueden reconocer el aura de una doncella. Y tú eres unicornbait*, Elena. En
realidad no sé ni me importa saber cómo ganaste esa reputación. Me engañe a
mi mismo mucho tiempo, pero finalmente he encontrado la verdad.
Repentinamente, el estaba inclinando hacia ella de tal modo que no pudo
sentir nada que no fuera él, el fino cabello barriendo su frente, sus labios
cerrados en los de ella, sus ojos oscuros, inescrutables, capturando su mirada.
“Elena,” susurro. “Este es tu secreto. No sé como lo has hecho, pero... eres
virgen.”
El se inclino hacia ella, sus labios rozando los suyos, compartiendo aliento
deliberadamente con ella. Se quedaron así mucho, mucho tiempo. Damon
parecía cautivado a brindar algo a Elena de su cuerpo, el oxigeno que ambos
necesitaban pero adquirido de distintas formas. Para muchos humanos, la
quietud de sus cuerpos, el silencio y el contacto visual sostenido, habría sido
demasiado. Podría haberse sentido como si se hubieran hundido en la
personalidad de su compañero hace tanto que estaban perdiendo la definición
y convirtiéndose en la etérea parte del otro antes de un beso habían estado
incluso unidos.
Pero Elena estaba flotando en el aire: el aire que le estaba dando Damon—en
el sentido literal. Si la fuertes, largas y esbeltas manos de Damon no la
estuvieran sosteniendo, ella habría escapado completamente de su agarre.
Elena sabía que había otro modo de que él pudiera retenerla. El podría
influenciarla para que la gravedad no la afectara. Pero ella por mucho no podía
sentir el más mínimo toque de intento de influencia. Era como si el aun
quisiera brindarle el honor de elegir. El iba a usar uno de sus acostumbrados
métodos o trucos de dominación aprendidos en casi medio siglo de vida.
Solo su respiración, que estaba viniendo más y más rápida, mientras Elena
empezaba a sentir sus sentidos nadando y su corazón latiendo. ¿Estaba segura
de que a Stefan esto no le importaría? Pero Stefan le había
brindado el mayor honor posible confiando en su amor y en su
juicio. Y ella estaba empezando a sentir al verdadero Damon, su imperiosa necesidad de ella; su vulnerabilidad porque esa necesidad se estaba
convirtiendo en una obsesión.
Sin atentar con influenciarla, el estaba quieto extendiendo sus alas oscuras
sobre ella sin dejarle por donde huir, por donde escapar. Elena sintió que
empezaba a desfallecer con la intensidad de la pasión que habían forjado entre
ellos. Como gesto final, no de repudio sino de invitación ella arqueo su cabeza
hacia atrás exponiéndole su cuello desnudo y dejando que él la sintiera
anhelarlo.
Y como si grandes campanas de cristal estuvieran campaneando a la distancia,
ella sintió su júbilo ante su voluntaria rendición al terciopelo negro que la
estaba sobrecogiendo.
Ella nunca sintió los dientes que rompieron su piel clamando por su sangre.
Antes de que eso sucediera ella estaba viendo estrellas. Y entonces el universo
fue tragado por la oscuridad de los ojos de Damon.

2 comentarios:

  1. Te Felicito por el Blog!!!
    A mi, me encantaron estos libros y pues empezare a leer los capitulos de Almas Sombrias...

    Hasta pronto!!!
    xoxo
    kaom

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  2. Hola :D encontré tu blog buscando "Almas sombrías" me salvaste la vida porque estaba desesperada por leerlo ^^
    pero seguirás subiendo los capítulos que siguen??? ojala que sí... bueno ^^ muchas gracias :D amé tu blog

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