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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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martes, 2 de febrero de 2010

FURIA-- CRONICAS VAMPIRICAS-- CAPITULO 8

-¿Quién…..? Ah, eres tú! -dijo Bonnie, dando un respingo al sentir
que le tocaba el codo-. Me asustaste. No te oí acercarte.
Stefan comprendió que tendría que ser más cuidadoso. En los pocos
días que había faltado a las clases había perdido la costumbre de
andar y moverse como los humanos y regresado a la zancada
silenciosa y perfectamente controlada del cazador.
-Lo siento -se disculpó mientras andaban uno junto al otro por el
pasillo.
-No pasa nada -replicó Bonnie con un valiente intento de parecer
despreocupada, aunque sus ojos castaños estaban muy abiertos y más
bien fijos al frente-. ¿Y qué estás haciendo hoy aquí? Meredith y yo
pasamos por la casa de huéspedes esta mañana para echarle un
vistazo a la señora Flowers, pero nadie abrió la puerta. Y no te vi en
biología.
-Vine esta tarde. He vuelto a la escuela. Por lo menos durante el
tiempo necesario para encontrar lo que buscarnos.
-Para espiar a Alaric, quieres decir -masculló ella-. Le dije a Elena
ayer que me lo dejara a mí. ¡U y! -añadió, cuando una pareja de
alumnos de tercero que pasaba se la quedó mirando fijamente.
Miró a Stefan poniendo los ojos en blanco. De común acuerdo, se
metieron por un pasillo lateral y marcharon hacia un hueco de escalera
que estaba vacío. Bonnie se recostó contra la pared con un gemido de
alivio.
-tengo que recordar no pronunciar su nombre-dijo lastimeramente-,
pero es tan sumamente difícil... Mi madre me pregunto cómo me sentía
esta mañana, y estuve a punto de decirle: <<>>, ya
que vi a Elena anche. No sé cómo vosotros dos guardasteis... ya sabes
qué... en secreto tanto tiempo.
Stefan sintió que una sonrisa aflorba a sus labios muy a su pesar.
Bonnie era como un gatito de seis semanas, todo encanto y sin la
menor inhibición. Siempre decía exactamente lo que pensaba, incluso
aunque contradijera por completo lo que acababa de decir un instante
antes; pero todo lo que hacía surgía del corazón.
-Estás de pie en un corredor vacío con un ya sabes qué en estos
momentos -le recordó con picardía.
-Ahhh, -Los ojos volvieran a abrirse de par en par-. Pero tú no lo
harías, ¿verdad? -añadió, aliviada-. Porque Elena te mataría... Ay,
cielos. -Buscando otro tema, tragó saliva y siguió-: Así pues..., ¿cómo
fueron las cosas anoche?
El humor de Stefan se ensombreció inmediatamente.
-No muy bien. Ah, Elena está bien; duerme a salvo.
Antes de que pudiera seguir hablando, sus oídos captaron pisadas al
final del pasillo. Tres chicas de último curso pasaban por delante, y una
se separó del grupo al ver a Stefan y a Bonnie. El rostro de Sue Carson
estaba pálido y tenía los ojos enrojecidos, pero les sonrió.
Sue, ¿cómo te encuentras? -inquirió Bonnie, llena de preocupación-.
¿Cómo está Doug?
Estoy bien. Él está bien, también, o al menos lo estará. Stefan,
quería hablar contigo -añadió de corrido-. Sé que mi padre te dio las
gracias ayer por ayudar a Doug como lo hiciste
Pero quería darte las gracias yo también. Quiero decir que se que la
gente de la ciudad ha actuado de un modo horrible contigo y... bueno,
simplemente me sorprendió que te importásemos lo suficiente como
para ayudar. Pero me alegro. Mamá dice que le salvaste la vida a Doug.
Y, por tanto, simplemente quería darte las gracias y decir que lo
siento... respecto a todo.
La voz le temblaba al final del discurso. Bonnie sorbió por la nariz y
hurgó en su mochila en busca de un pañuelo, y por un momento
pareció como si Stefan fuera a acabar atrapado en una escalera con
dos mujeres sollozantes. Consternado, se estrujó el cerebro en busca
de una distracción.
-No pasa nada -dijo-- ¿Cómo está Chelsea hoy?
-Está en la perrera. Retienen a los perros en cuarentena allí, a todos
los que consiguieron reunir.
Sue se secó los ojos y se irguió, y Stefan se relajó, viendo que el
peligro había pasado. Un silencio incómodo descendió sobre ellos.
-Bueno -dijo Bonnie finalmente a Sue, --¿te has enterado de lo que
ha decidido la junta del colegio sobre el Baile de la Nieve?
-Oí que se reunieron esta mañana y que casi puede decirse que han
decidido permitirnos celebrarlo. Alguien dijo que hablaban sobre tener
una protección policial, no obstante. Vaya, ése es el último timbre.
Será mejor que vayamos a clase de historia antes de que Alaric nos
ponga sanciones a todos.
-Vamos en un minuto -dijo Stefan, y añadió con indiferencia-:
¿Cuándo es ese Baile de la Nieve?
-Es el trece; el viernes por la noche, ya sabes --respondió Sue y
luego hizo una mueca--. Ah Dios mío, viernes trece. No pensé en eso.
Pero me recuerda que había otra cosa que quería decirles. Esta
mañana quité mi nombre de la lista para la nominación de la reina de
la nieve. Me... me pareció lo correcto, en cierto modo. Eso es todo. -Sus
se alejó a toda prisa, casi corriendo.
La mente de Stefan trabajaba a toda velocidad
-Bonnie, ¿qué es este Baile de la Nieve?
-Bueno, es el baile de Navidad en realidad, sólo que tenemos una
reina de la nieve en lugar de una reina de la Navidad Tras lo sucedido
el día de los Fundadores, pensaban cancelarlo, y luego con lo de los
perros de ayer... Pero parece que van a celebrarlo después de todo.
Viernes trece--dijo Stefan en tono sombrío.
-Sí. -Bonnie volvía a parecer asustada, encogiéndose e intentando
pasar inadvertida-. Stefan, no me mires de ese modo, me estás
asustando. ¿Qué sucede? ¿Qué crees que sucederá en el baile?
-No lo sé.
Pero algo sucedería, pensaba Stefan. Fell's Church no había tenido
una celebración pública que hubiese escapado a una visita del Otro
Poder, y aquella probablemente sería la última festividad del año. Pero
de nada servía hablar sobre ello en aquel momento.
-Vamos -dijo-. Llegamos realmente tarde.
Tenía razón. Alaric Saltzman estaba ante la pizarra cuando entraron,
como lo había estado el primer día que había aparecido en el aula de
historia. Si le sorprendió verlos llegar tarde,
o aparecer siquiera, lo ocultó impecablemente, ofreciendo una de
sus sonrisas mas amistosas.
A sí que tú eres el que está cazando al cazador -pensó Stefan,
ocupando su asiento y estudiando al hombre que tenía delante -. Pero
¿eres algo más que eso? ¿El Otro Poder de Elena quizás?
A primera vista, nada parecía más improbable. Los cabellos rubios
rojizos de Alaric, que llevaba un poquitín demasiado largos para ser un
profesor, su sonrisa juvenil, su testarudo buen humor, todo contribuía a
dar una impresión de inocencia. Pero Stefan había recelado desde el
principio de lo que había bajo aquel exterior inofensivo. Con todo, no
parecía muy probable .lar Alaric Saltzman estuviera detrás del ataque
contra Elena o incidente con los perros. Ningún disfraz podría ser tan
perfecto.
Elena. La mano de Stefan se cerró con fuerza bajo el pupitre, y un
lento dolor despertó en su pecho. No había sido su intención pensar en
ella. El único modo en que había conseguido, seguir adelante los
últimos cinco días había sido manteniéndola en el linde de su mente,
sin permitir que su imagen se, acercara más. Pero, desde luego, el
esfuerzo de mantenerla lejos, a una distancia segura, absorbía la
mayor parte de su tiempo y su energía. Y aquél era el peor sitio de
todos en el que estar, en un aula en la que se impartía una asignatura
que le importaba un comino. No había nada que hacer allí, aparte de
pensar.
Se obligó a respirar lentamente y con calma. Ella estaba bien; eso
era lo importante. Nada más importaba en realidad. Pero incluso
mientras se lo decía, los celos se clavaron en el igual que las trallas de
un látigo. Porque cada vez que pensaba en Elena ahora, tenía que
pensar también en él.
En Damon, que era libre de ir y venir a placer. Que incluso podría
estar con Elena en aquel instante.
La ira ardió en la mente de Stefan, brillante y fría, mezclándose con
el ardiente dolor de su pecho. Seguía sin estar convencido de que no
fue Damon quien lo había arrojado con toda tranquilidad, herido e
inconsciente, al interior de un pozo abandonado para que muriera. Y se
tomaría la idea de Elena sobre el Otro Poder mucho más en serio si
estuviera totalmente segura, de que Damon no la había conducido a la
muerte. Damon era malvado, carecía de misericordia y de escrúpulos.
¿Y qué ha hecho él que no haya hecho yo? -se preguntó Stefan
apesadumbrado, por centésima vez Nada» Excepto matar.
Stefan habla intentado matar. Su intención había sido matar a Tyler
Al recordarlo, el fuego frío de su ira contra Damon se apaciguó, y en su
lugar echó una ojeada a un pupitre situado al fondo de la sala.
Estaba vacío. Aunque Tyler había abandonado el hospital el día
anterior, el muchacho no había regresado a la escuela. Con todo, no
había ningún peligro de que recordara nada de aquella tarde
espeluznante. La sugestión subliminal de que olvidara se mantendría
durante un tiempo, siempre y cuando nadie se dedicara a hurgar en la
mente del muchacho.
Advirtió de improviso que contemplaba fijamente el pupitre vacío de
Tyler con ojos entrecerrados y meditabundos. Mientras desviaba la
mirada, captó la mirada de alguien que le había estado observando
hacerlo.
Matt giró la cabeza con rapidez y se inclinó sobre su libro de historia,
pero no antes de que Stefan viera su expresión. No pienses en eso. No
pienses en nada, se dijo Stefan, e intentó concentrarse en la clase de
Alaric Saltyman sobre la guerra de las Rosas.
5 de diciembre; no se la hora,
Probablemente primeras horas de la tarde.
Querido diario:
Damon te trajo de vuelta a mi esta mañana, Stefan dijo que no
quería que volviera a entrar en el desván de Alaric. Es la pluma de
Stefan la que estoy usando. Yo ya no poseo nada, o al menos no tengo
acceso a ninguna de mis cosas, y tía Judith echaría de menos la
mayoría de ellas si las cogiera. En estos momentos estoy sentada en
un granero detrás de la casa de huéspedes. No puedo ir a los lugares
donde duerme la gente, ya sabes, a menos que me inviten a entrar,
imagino que los animales no cuentan, porque hay algunas ratas
durmiendo bajo el heno y una lechuza en las vigas del techo. En estos
momentos nos ignoramos mutuamente.
Intento con todas mis fuerzas no ponerme histérica.
Pensé que escribir ayudaría. Algo normal, algo familiar. Excepto que
nada en mi vida es ya normal.
Damon dice que me acostumbrare más deprisa si me deshago de mi
antigua vida y abrazo la nueva. Parece pensar que es inevitable que
me vuelva como él. Dice que nací para ser una cazadora y que no
tiene sentido hacer las cosas a medias.
Anoche cace un ciervo. Un venado, porque era el que hacía más
ruido, estrellando las astas contra las ramas de los arboles, desafiando
a otros machos. Bebí su sangre.
Cuando examino este diario, todo lo que puedo ver es que yo
buscaba algo, algún lugar al que pertenecer. Pero es este. Esta nueva
vida no lo es. Me da miedo en lo que puedo convertirme si empiezo a
pertenecer a este lugar.
Dios mío, estoy asustada.
La lechuza es casi completamente blanca, especialmente cuando
extiende las alas de modo que puedes ver la parte inferior. Por atrás
parece más dorada.
Tiene un poquitín de dorado alrededor de la cara. Me mira fijamente
en este momento porque hago ruido, intento no llorar.
Es curioso que todavía pueda llorar. Supongo que son las brujas, y no
los vampiros, los que no pueden.
Ha empezado a nevar fuera. Me estoy arrebujando bien en mi capa.
Elena coloco el pequeño libro bien pegado al cuerpo y alzo el suave
terciopelo verde de la capa hasta la barbilla. El granero estaba
completamente silencioso, a excepción de las respiraciones apenas
perceptibles de los animales que dormían allí.
Fuera, la nieve se había amontonado igual de silenciosa, cubriendo
el mundo con una envoltura de quietud. Elena la contemplo fijamente
con ojos que veían sin ver, apenas reparando en las lágrimas que le
corrían por las mejillas.
--¿Y podrían Bonnie McCullough y Caroline forbes, por favor,
quedarse un momento después de la clase?—dijo Alaric cuando sonó el
ultimo timbre.
Stefan frunció el entrecejo, y lo frunció aun mas al ver a Vickie
Bennet rondando fuera de la puerta abierta del aula de historia, con la
mirada huraña y asustada.
--Estaré justo ahí fuera –dijo de manera significativa a Bonnie, que
asintió.
Añadió un admonitorio alzamiento de cejas y la muchacha u
respondió con una expresión virtuosa. <<>
nada que no deba decir», indicaba la expresión.
Mientras salía, Stefan sólo deseó que ella pudiera cumplirlo.
Vickie Bennett entraba cuando él abandonaba el aula, y tuvo que
hacerse a un lado. Pero eso le hizo cruzarse en el camino de Malt, que
había salido por la otra puerta e intentaba marchar pasillo adelante,
tan de prisa como le fuera posible.
Stefan le agarró del brazo maquinalmente.
-Matt, espera.
-Suéltame.
El puño de Matt se alzó y éste lo contemplo con aparente sorpresa,
como si no estuviera seguro de qué era lo que debía enojarle tanto.
Peco cada músculo de su cuerpo intentaba desasirse de Stefan.
Solo quiero hablar contigo. Sólo un minuto, ¿de acuerdo?
No tengo un minuto --respondió Matt, y por fin sus ojos de un azul Un
tanto menos complicado que el de Elena, se encontraron con los de
Stefan.
Pero había una vacuidad en Io más profundo de ellos que recordó a
Stefan la expresión de alguien que había sido hipnotizado o que estaba
bajo la influencia de algún poder.
Solo que no se trataba de ningún poder aparte del de la propia
mente de. Matt, comprendió bruscamente. Era lo que el cerebro
humano se hacía a sí mismo al verse enfrentado a algo que
simplemente no podía manejar. Matt había desconectado.
Poniéndolo a prueba, Stefan dijo.
--Sobre lo sucedido el sábado por la noche...
--No sé de qué estás hablando. Oye, dije que tenía que irme, maldita
sea.
El rechazo era como una fortaleza tras los ojos de Matt. Pero Stefan
tenla que volver a probarlo.
-No te culpo por estar enojado. De ser tú, estaría furioso. Y sé lo que
es no querer pensar, en especial cuando pensar puede volverte loco.
Matt sacudía negativamente la cabeza, y Stefan paseó la mirada por
el corredor. Estaba casi vacío, y la desesperación hizo que estuviera
dispuesto a arriesgarse. Bajó la voz.
-Pero quizá te gustara saber al menos que Elena está despierta, y
está mucho….
--¡Elena está muerta! -chillo Matt, atrayendo la atención de todos los
que estaban en el pasillo ¡Y te dije que me soltaras! --añadió,
totalmente ajeno a la presencia de espectadores, y empujo a Stefan
violentamente.
Fue tan inesperado que el joven dio un traspié hacia atrás, chocando
con las taquillas, y estuvo a punto de quedar tumbado en el suelo.
Clavó los ojo en Matt pero éste no volvió la cabeza ni una vez mientras
marchaba por el corredor.
Stefan pasó el resto del tiempo hasta la salida de Bonnie
contemplando simplemente la pared. Había un cartel allí del Baile de Ia
Nieve, y sabía de memoria cada centímetro de él cuando por fin dieron
las chicas.
A pesar de todo lo que Caroline había intentado hacerles a Elena y a
él, Stefan descubrió que era incapaz de sentir el menor odio por ella.
Los cabellos castaño rojizos aparecían descolorados, y el rostro,
angustiado. En lugar de ser esbelta, la postura parecía sencillamente
marchita, se dijo mientras la contemplaba alejarse.
-¿Todo bien? --preguntó a Bonnie cuando empezaron a andar juntos.
Sí, por supuesto, Alaric simplemente sabe que las tres,
Vickie, Caroline y yo, hemos pasado por algo terrible, y quiere que
sepamos que nos apoya --dijo Bonnie, pero incluso su emperrado
optimismo respecto al profesor de Historia sonaba un poco forzado--.
Aunque ninguna de nosotras le conto nada. Va a celebrar otra reunión
en su casa la semana próxima -añadió con vivacidad.
<>, pensó Stefan. Normalmente, habría dicho algo al
respecto, pero en aquel momento se sentía trastornado. -Ahí está
Meredith -dijo.
-Debe de estar esperándonos... No, se aleja por el ala de historia
-indicó Bonnie-. Eso es curioso, le dije que me, encontraría con ella
aquí.
Era más que curioso, se dijo Stefan. Sólo había podido captar una
imagen fugaz de la muchacha cuando ésta doblaba la esquina, pero
esa visión fugaz se había quedado clavada en. su mente. La expresión
del rostro de Meredith había sido calculadora, vigilante, y la forma de
andar, furtiva Como si intentara hacer algo sin que la vieran.
-Regresará dentro de un minuto cuando vea que no estamos allí--dijo
Bonnie, pero Meredith no regresó al cabo de un minuto, ni de dos, ni de
tres.
En realidad, transcurrieron casi diez minutos antes de que
apareciera, y entonces pareció sobresaltarse al ver Stefan y a Bonnie
esperándola.
-Lo siento, me entretuvieron -dijo con frialdad, y Stefan tuvo que
admirar su serenidad.
Pero el muchacho se preguntó qué había tras ella, y únicamente
Bonnie estuvo de humor para charlar mientes los tres abandonaban la
escuela.
-Pero la última vez utilizaste fuego -dijo Elena.
-Eso fue porque buscábamos a Stefan, a una persona concreta----
replicó Bonnie. En esta ocasión intentamos predecir el futuro. Si fuera
simplemente tu futuro personal el que intentara predecir, miraría en tu
palma, pero estamos intentando en contrar algo general.
Meredith entró en la habitación, manteniendo cuidadosa mente en
equilibrio un cuenco de porcelana lleno de agua hasta el borde. En la
otra mano sostenía una vela.
-Tengo el material --anunció.
-El agua era sagrada para los druidas -explicó Bonnie mientras
Meredith depositaba el recipiente en el suelo y las tres, muchachas se
sentaban a su alrededor.
-Al parecer, absolutamente todo era sagrado para los druidas--dijo
Meredith.
-Chist. Ahora coloca la vela en la palmatoria y enciéndela. Luego
verteré cera fundida en el agua, y las formas que tome me dirán las
respuestas a tus preguntas. Mi abuela usaba plomo fundido, y dijo que
su propia abuela usaba plata fundida, pero me indicó que la cera
serviría. -Una vez que Meredith hubo encendido la vela, Bonnie la miró
de soslayo y aspiró profundamente--. Cada vez me asusta más hacer
esto --declaró,
-No tienes que hacerlo –dijo Elena con suavidad.
-Lo sé. Pero quiero hacerlo, esta vez. Además, no son esta clase de
rituales los que me asustan; lo terrible es que se apoderen de mí. Lo
odio es como si otra persona se metiera en mi cuerpo.
Elena frunció el entrecejo y abrió la boca, pero Bonnie seguía
diciendo:
-De todos modos, ahí vamos. Apaga las luces, Meredith. Dadme un
minuto para que me ponga en situación y luego haced vuestras
preguntas.
En el silencio de la habitación en perumbra, Elena Contemplo cómo
la luz de la vela titilaba sobre las pestañas bajadas de Bonnie y el
rostro grave de Meredith. Bajó la mirada y sus propias manos sobre su
regazo, pálidas en contraste con la negrura del suéter y las mallas que
Meredith le había prestado. Luego observó la danzarina llama.
--De acuerdo --dijo Bonnie en voz queda, y tomó la vela, los dedos de
Elena se entrelazaron, cerrándose con fuerza, pero habló en voz baja
para no romper la atmósfera.
--¿Quién es el Otro Poder de Fell's Church?
Bonnie ladeó la vela de modo que la Llama lamiera los bordes. Cera
caliente se derramó igual que agua dentro del cuenco y formó glóbulos
redondos allí.
-Ya me temía eso -murmuró Bonnie--. Eso no es una respuesta, no es
nada. Probad con una pregunta diferente.
Desilusionada, Elena se sentó hacia atrás, clavándose las uñas en las
palmas de las manos. Fue Meredith quien hablo.
¿Podemos encontrar a este Otro Poder si lo buscamos? ¿Y podemos
derrotarlo?
-Esas son dos preguntas --dijo Bonnie entre dientes mientras volvía a
inclinar la vela.
En esta ocasión la cera formó un círculo, un grumoso aro blanco.
-¡Eso es unidad! El símbolo de la gente que se toma de la mano.
Significa que podemos hacerlo si nos mantenemos unidas.
La cabeza de Elena se irguió violentamente. Eran casi las mismas
palabras que había dicho a Stefan y Damon. Los ojos de Bonnie
brillaban emocionados, y las tres amigas intercambiaron una sonrisa.
--¡Vigila! Sigues vertiendo cera -advirtió Meredith.
Bonnie enderezó rápidamente la vela, volviendo a miraron el interior
del cuenco. La cera recién caída había formado una fina línea recta.
--Eso es una espada --dijo despacio--. Significa sacrificio. Podemos
hacerlo si nos mantenemos unidas, pero no sin sacrificio.
-¿Qué clase de sacrificio? -pregunto Elena.
-No lo sé -dijo Bonnie con rostro preocupado-. Eso es todo lo que
puedo deciros esta vez.
Volvió a introducir la vela en la palmatoria.
-¡Uf! -exclamo Meredith mientras se ponía en pie para encender las
luces; Elena también se levantó.
-Bueno, al menos sabemos que podemos vencerle -dijo, tirando
hacia arriba de las mallas, que eran demasiado largas para ella.
Captó su imagen en el espejo de Meredith. Desde luego, ya no
parecía la Elena Gilbert siempre a la última moda de la escuela
secundaria. Toda vestida de negro de aquel modo, parecía pálida y
peligrosa, como uno espada envainada. Los cabellos le caían de
cualquier modo sobre los hombros.
En la escuela no me conocerían -murmuró con una punzada de dolor.
Resultaba extraño que le importara ir a la escuela, pero así era. Era
porque no podía hacerlo, supuso. Y porque había sido reina allí durante
tanto tiempo y había organizado las cosas durante tanto tiempo que
era casi increíble que no pudiera volver a pisarla nunca más.
-Podrías ira algún otro lugar - sugirió Bonnie-. Quiero decir, una vez
que esto finalice, podrías terminar el año escolar en algún lugar donde
nadie le conozca. Como hizo Stefan.
-No, no lo creo. -Elena estaba de un humor extraño esa noche,
tras pasar el día sola en el granero contemplando la nieve –Bonnie --
dijo bruscamente--, ¿querrías volver a leer mi palma? Quiero que me
digas mi futuro, mi futuro personal.
Ni siquiera sé si recuerdo todo lo que mi abuela me enseño --Pero,
de acuerdo, lo intentaré --transigió la muchacha--.
Espero que no haya más desconocidos morenos de por medio, eso
todo. Tienes ya entre manos todo lo que puedes controlar. --lanzó una
risita mientras tomaba la mano extendida de Elena -- ¿Recuerdas
cuando Caroline preguntó qué podías hacer con dos? Me parece que
ahora ya lo estás descubriendo, ¿eh?
-Simplemente lee mi palma, ¿quieres?
- -De acuerdo, ésta es tu línea de la vida..,
El parloteo de Bonnie se interrumpió casi antes de empezar. Clavo la
mirada en la mano de Elena, con el miedo y la aprensión reflejados en
el rostro.
-Debería discurrir hasta aquí abajo -dijo-. Pero queda interrumpida
tan pronto….
Elena y ella se miraron sin hablar por un momento, mientras Elena
sentía cómo la misma aprensión se solidificaba en su interior. Entonces
Meredith intervino:
-Bueno, pues claro que es corta -dijo-. Simplemente significa lo que
ya sucedió, cuando Elena se ahogó.
- -Sí, por supuesto, eso debe de ser -murmuró Bonnie.
Soltó la mano de Elena, y ésta retrocedió lentamente.
--Eso es, desde luego -repitió con voz más potente.
Elena volvía a contemplar el espejo. La muchacha que le devolvía la
mirada era hermosa, pero había una sabiduría triste en sus ojos que la
antigua Elena Gilbert nunca había tenido. Advirtió que Bonnie y
Meredith la contemplaban.
-Eso debe de ser -dijo como quitándole importancia, pero su sonrisa
no se reflejó en los ojos.

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