Elena camino hacia el sonido de Damon impaciente golpeando en la
ventana del pirus, estaba completamente vestido, abrazando su
diario. Era el día después de que Matt los había dejado.
“¿Dormiste bien anoche?” Damon pregunto mirándole de arriba abajo,
notando como ella se frotaba los ojos. Como siempre el estaba
inmaculadamente vestido. Todo en negro, por supuesto. El calor y la humedad
no tenían ningún efecto en el.
“Ya desayune” dijo brevemente, sentándose en el asiento del conductor, “y te
he traído esto”
Era una taza de plástico con café humeante, que Elena tomo en
agradecimiento, como si se tratara de un mágico vino negro, y una bolsa de
papel marrón que contenía donas.
No exactamente el desayuno más nutricional pero Elena anhelaba la cafeína y
el azúcar.
“Necesito un descanso” Elena advirtió mientras Damon tranquilamente se
sentó detrás del volante y arranco el carro. “para cambiarme de ropa, lavarme
la cara y otras cosas”
Se dirigieron directamente al oeste de acuerdo con lo que Elena había
encontrado mirando el mapa en internet la noche anterior. La pequeña imagen
en su teléfono móvil coincidía con el sistema de lectura de navegación del
Pirus. Ambos habían visto que Sedona, Arizona estaba en una línea casi
horizontal desde el pequeño camino donde Damon había estacionado durante
la noche en Arkansas. Pero pronto Damon estaba girando hacia el
sur tomando un rodeo a la ruta que podría o no confundir a
cualquiera que pudiera perseguirlos. Para el momento que encontraron un área de descanso, la vejiga de Elena había estado a punto de
estallar.
Ella paso una hora y media sin ninguna vergüenza en el baño de mujeres,
haciendo su mejor esfuerzo para lavarse con toallas de papel y agua fría,
cepillar su cabello y cambiarse a unos nuevos jeans y un fresco top blanco que
se anudaba en el frente como un corsé. Después de todo, uno de estos días ella
podría tener otra experiencia fuera de su cuerpo mientras dormía y ver a
Stefan de nuevo.
En lo que no quería pensar era que con la ida de Matt ella estaba sola con
Damon, un vampiro salvaje viajando a través de los Estados Unidos hacia un
destino que era literalmente fuera de este mundo.
Cuando Elena finalmente emergió del Baño, Damon estaba frio y sin
expresión alguna, aunque ella noto que él se tomo el tiempo para mirarla. Sin
notar ningún cambio
Oh, demonios deje mi diario en el carro.
Ella estaba tan segura de que él lo había leído como si lo hubiera visto
haciéndolo, y ella estaba agradecida de que no había nada en el acerca de dejar
su cuerpo y encontrase con Stefan.
Aunque ella creía que Damon también quería liberar a Stefan –ella no estaría
en ese coche con el si ella no lo creyera— ella también sentía que era mejor
que él no supiera que ella había llegado allá primero. Damon disfrutaba estar a
cargo de las cosas tanto como ella. El también disfrutaba influenciar a cada
oficial de policía que lo parara por pasar el límite de velocidad.
Pero hoy el estaba de mal humor superando incluso su propio promedio. Elena
sabia por propia experiencia que Damon podía ser una increíblemente buena
compañía cuando así lo deseaba, contando historias extravagantes y chistes,
hasta el más perjudicado y taciturno pasajero se reiría a pesar de sí mismo.
Pero hoy el ni siquiera respondía las preguntas de Elena, mucho
menos reía de sus propios chistes. La única vez que ella trato de hacer contacto físico tocando ligeramente su brazo, el se aparto como si su
toque pudiera arruinar su chaqueta de cuero negro.
Bien, estupendo, Elena pensó deprimida. Apoyo su cabeza contra la ventana y
se quedo mirando el paisaje. Que parecía siempre igual. Su mente vagando.
¿Dónde estaba Matt ahora? ¿Adelante o Detrás de ellos? ¿Habría descansado
anoche? ¿Estaría conduciendo a Texas ahora? ¿Estaría comiendo bien?
Elena parpadeo para alejar las lágrimas, que brotaron cuando recordó la forma
en que se había alejado de ella, sin mirar atrás.
Elena era una líder que podía manejar casi cualquier situación, siempre y
cuando la gente alrededor de ella fuera normal, seres cuerdos. Y manejar a los
chicos era su especialidad. Ella los había estado manejando—
manipulándolos— desde la secundaria. Pero ahora dos o tres semanas después
desde que ella había vuelto de la muerte, de un mundo de espíritus que ella no
recordaba, ella no quería manejar a nadie.
Eso era lo que Elena amaba de Stefan. Una vez que ella había superado su
instinto reflexivo que mantenía alejado a todo el que amaba. Ella no tenía
necesidad de manejarlo en absoluto. El era libre de manejo, excepto por el
indicio más gentil de que ella se había convertido a sí misma en una experta
en vampiros. No cazándolo o hiriéndolo sino amándolo de manera segura.
Elena supo cuando estaba bien morder o ser mordido, y cuando parar, para
mantenerse a ella misma como humana.
Pero aparte de ese gentil indicio, ella ni siquiera quería manipular a Stefan.
Ella simplemente quería estar con él. Después de eso todo salió bien por sí
mismo.
Elena podía vivir sin Stefan –Ella pensó. Pero si solo estar lejos de Meredith y
Bonnie era como vivir sin sus dos manos, vivir sin Stefan seria como tratar de
vivir sin su corazón. El era su compañero en el “gran baile”, su igual y su
opuesto, su amado y su amante en el sentido más puro inimaginable. El era la
otra mitad de los sagrados misterios de la vida para ella.
Y luego de verlo la noche anterior, incluso si hubiera sido un sueño, que no
estaba dispuesto a aceptar, Elena lo extrañaba tanto, era un dolor palpitante en
su interior.
Un dolor tan grande que ella no podía soportar solo sentarse ahí y pensar en
ello. Si lo hacía podría simplemente volverse loca y comenzar a delirar
pidiéndole a Damon conducir más rápido ––y ella estaba herida por dentro
pero no era suicida—.
Ellos pararon en una clase de pueblo sin nombre para almorzar. Elena no tenía
apetito pero Damon paso todo el receso como un pájaro, que por alguna razón
la enfurecía.
En el momento en que estaban conduciendo nuevamente, la tensión en el carro
había llegado hasta el viejo cliché que era imposible de evadir: puedes cortarlo
con una servilleta doblada, mucho menos con un cuchillo, Elena pensó.
Fue entonces cuando se dio cuenta exactamente la clase de tensión que era.
Lo único que estaba guardando Damon era su orgullo.
Él sabía que Elena había descubierto cosas. Ella había dejado de tratar de
tocarlo incluso de hablar con él y eso era bueno.
El no debería sentirse así. Los vampiros querían niñas por sus bellas y blancas
gargantas y el sentido de estética de Damon exigía que el resto de los donantes
estuviera por lo menos arriba del promedio. Pero ahora incluso el tamaño
humano del aura de Elena era una publicidad de la única fuerza vital en su
sangre.
Y la respuesta de Damon era involuntaria. Él ni siquiera había pensado en una
niña de esa manera aproximadamente en quinientos años. Los vampiros no
eran muy capaces de ello. Pero Damon era–muy capaz— ahora. Y cuanto más
se acercaba a Elena mas fuerte era su aura alrededor de él y más
débil su control.
Gracias a todos los pequeños Demonios en el infierno, su orgullo era más
fuerte que el deseo que sentía. Damon nunca había pedido nada a nadie en su
vida. El había pagado por la sangre que tomo de humanos en su propia y
particular moneda: de placer, fantasías y sueños. Pero Elena no quería sueños,
ella no lo quería a él.
Ella quería a Stefan y el orgullo de Damon nunca le permitiría pedirle a Elena
lo que solo él deseaba e igualmente nunca le permitiría tomarlo sin el
consentimiento de Elena… el esperaba.
Apenas unos pocos días antes él había sido un cascaron vacio, su cuerpo una
marioneta de los gemelos Kitsune que lo habían hecho herir a Elena de
maneras que ahora le hacían encogerse por dentro. Damon no existía entonces,
como una personalidad, pero su cuerpo había pertenecido a Shinichi para jugar
con él. Y aunque ella apenas lo podía creer, la adquisición había sido tan
completa que su cuerpo había obedecido cada orden de Shinichi. El había
atormentado a Elena; el pudo haberla matado.
No tenía sentido no creer o decir que eso no podía ser verdad. Era cierto. Ya
había pasado. Shinichi fue mucho más fuerte cuando se trataba de control
mental y los Kitsune no tenían nada de desprendimiento vampírico por las
niñas bonitas–por debajo del cuello. Además que el paso a ser un sádico. Le
gustaba el dolor de otras personas—.
Damon no podía negar el pasado, no podía preguntarse porque él no había
“despertado” para detener a shinichi de herir a Elena. No había nada de él a
despertar. Y si una parte de Damon aun lloraba por el daño que él le había
hecho –Bueno, Damon era bueno para bloquearlo el no perdería tiempo en
lamentaciones. Pero el estaba intentando controlar el futuro. Eso no pasaría de
nuevo. –No—No lo dejaría aun vivo.
Lo que Damon realmente no podía entender era porque Elena lo estaba
presionando. Actuando como si ella confiara en el. De todas las personas del
mundo ella era la que más razón tenía para odiarlo, para apuntar el dedo
acusador hacia a él. Pero ella nunca había hecho eso. Ella nunca lo
había mirado con rabia en sus ojos azul oscuro salpicados con oro.
Ella únicamente había parecido entender que alguien completamente poseído por el maestro de los Malach, Shinichi como lo había
sido Damon, simplemente no tenia oportunidad –No estuvo allí para hacer una
decisión – en lo que él o ella hicieron.
Tal vez porque ella había sacado la cosa que el Malach había sacado fuera de
él. El palpitante, Albino, el segundo cuerpo que había estado dentro de él.
Damon se forzó por reprimir un estremecimiento. El solamente supo esto
porque Shinchi jovialmente lo había mencionado, mientras borraba todos los
recuerdos de Damon en el momento en el que los dos Kitsune y el vampiro se
habían encontrado en el viejo bosque.
Damon se alegro de no recordar nada. Desde el momento en que él había
cruzado su mirada con el espíritu zorro con sus ojos risueños y dorados, su
vida había sido envenenada.
Y ahora…Justo ahora el estaba solo con Elena. En el medio del desierto con
pocas ciudades y distantes entre sí. Estaban total y únicamente solos con
Damon impotente queriendo de Elena lo que todo chico humano que ella
hubiera conocido hubiera querido.
Lo peor de todo era el hecho de las chicas encantadoras, engañar chicas era
prácticamente la razón de ser de Damon. Era ciertamente la única razón por la
que él había sido capaz de seguir viviendo por el pasado medio milenio. Y sin
embargo el sabía que no debía, ni siquiera empezar el proceso con esta única
chica que era para él la joya tirada en el basurero de la humanidad.
Según la apariencia, el estaba perfectamente en control, helado y preciso,
distante y desinteresado.
La verdad era que estaba a punto de volverse loco.
Esa noche después de estar seguro de que Elena tenía comida, agua y estaba
cuidadosamente bajo llave en el Pirus, Damon llamo una niebla húmeda y
comenzó a tejer sus más oscuras salas.
Esos eran anuncios para que cualquier hermana o hermano de la noche que
pudiera llegar al coche supiera que la chica de adentro estaba bajo la
protección de Damon; y que Damon cazaría y despellejaría vivo a quien
incluso perturbara el descanso de la chica…y luego el buscaría y castigaría al
culpable. Damon luego voló unos pocos kilómetros al sur como cuervo, se
encontró inmerso en una manada de lobos bebiendo y unas pocas camareras
encantadoras sirviéndoles, pelearon y sangro la noche.
Pero no era suficiente para distraerlo –no estaba ni siquiera cerca— En la
mañana, regresando temprano, vio las salas alrededor del coche en pedazos.
Antes de que pudiera llenarse de pánico se dio cuenta de que Elena las había
roto desde adentro, él no había tenido ninguna advertencia porque ella tenía
intenciones pacificas y corazón inocente.
Y luego Elena misma apareció llegando a la orilla de un arroyo, buscando
limpiarse y refrescarse. Damon estaba afectado, sin habla por la muy buena
vista de ella. Por su gracia, por su belleza, por su cercanía insoportable. El
podía oler su piel recién lavada y no pudo evitar deliberadamente respirar más
y más de su fragancia única.
El no veía como iba a poder soportar otro día de esto.
Y luego Damon de repente tuvo una idea.
“Te gustaría aprender algo que te ayudaría a controlar tu aura” El le pregunto
a ella dirigiéndose al coche.
Elena le lanzo una mirada. “Así que has decidido hablar conmigo de nuevo.
¿Se supone que debo desmayarme de alegría?”
“Bueno–eso siempre se agradece—”
“¿No?” Dijo bruscamente y Damon se dio cuenta que había subestimado la
tormenta que había creado dentro de esta formidable chica.
“No, ahora estoy hablando en serio” dijo fijando su oscura mirada en ella.
“Lo sé. ¿Vas a decirme que me convierta en vampiro para poder controlar mi
poder?”
“No, no, no, esto no tiene nada que ver con ser vampiro” Damon se reusó a
involucrarse en una discusión y debía haber impresionado a Elena, porque
finalmente ella dijo “¿Qué es entonces?”
“Se trata de cómo hacer circular tu energía. La sangre circula ¿sí? Y el poder
puede circular también. Incluso los humanos lo han conocido por siglos, lo
llaman fuerza vital, chi o ki, como sea. Tú simplemente estas disipando tu
energía en el aire. Eso es un aura. Pero si aprendes como hacerla circular,
puedes construirla para una gran liberación, y también puedes ser más
discreta.
Elena estaba claramente fascinada. “¿Por qué no me lo dijiste antes?”
Porque soy un estúpido. Damon pensó. Porque para los vampiros es instintivo
como es para ustedes respirar. Él Mintió descaradamente, “Se necesita un
cierto nivel de habilidad para lograrlo”.
“¿Y puedo hacerlo ahora?”
“Creo que si” Damon puso una ligera duda en su voz.
Naturalmente, esto hizo que Elena estuviera incluso más decidida.
“¡Muéstrame!” Ella dijo.
“¿Quieres decir ahora mismo?” Miro a su alrededor. “Alguien podría conducir
por aquí”
“Estamos fuera de la carretera. Oh, por favor, ¿Damon? ¿Por favor?”
Elena miro a Damon con esos enormes ojos azules que muchos
hombres habían encontrado irresistibles. Ella toco su brazo,
tratando una vez mas de hacer alguna clase de contacto, pero cuando el automáticamente se aparto, ella continuo, “Realmente quiero
aprender. Tú puedes enseñarme. Solo muéstrame una vez y yo practicare”.
Damon miro abajo hacia su brazo, sintió su buen sentido y su vacilante
voluntad. ¿Cómo podía ella hacer eso?
“Está bien”. Suspiro. Hay por lo menos dos o tres billones de personas en esta
mota de polvo de planeta que daría cualquier cosa por estar con esta cálida,
ansiosa y anhelante Elena Gilbert. El problema era que él había pasado a ser
uno de ellos –Y que claramente a ella no le importaba él. Claro que no. Ella
tenía a su querido Stefan. Bueno, a ver si su princesa era la misma cuando se
las arreglara para liberar a Stefan –si podía—y sacarlos de su destino vivos.
Mientras tanto, Damon se concentro en mantener su voz, cara y aura
totalmente desapasionada. Tenía alguna práctica en eso. Solo quinientos años.
Valía la pena y tenía sentido.
“Primero tengo que encontrar el lugar” él le dijo, al oír la falta de calidez en su
voz. El tono no era simplemente desapasionado, era en realidad frio.
La expresión de Elena no cambio. Ella podía ser desapasionada también
incluso en sus profundos ojos azules parecían haber tomado un brillo helado
“Muy bien” “¿Dónde está?”
“Cerca de donde está el corazón, pero más hacia la izquierda”. El toco el
esternón de Elena y luego movió sus dedos hacia la izquierda.
Elena se defendió tanto por la tensión como por un temblor –Que él pudo ver.
Damon estaba buscando el lugar donde la carne se volvía suave sobre el
hueso, el lugar donde la mayoría de los humanos asumían que estaba su
corazón porque era ahí donde podía sentir el latido de su corazón. Debería ser
alrededor de….aquí….
“Ahora voy a hacer recorrer tu poder a través de una o dos circulaciones, y
cuando puedas hacerlo por ti misma –Es cuando tu estarás realmente lista para
ocultar tu aura”.
“¿Pero cómo voy a saber?”
“Lo sabrás, créeme”
El no quería que ella hiciera preguntas así que simplemente subió una mano
en frente de ella –Sin tocar su piel o siquiera su ropa- Y trajo la fuerza vital de
ella en sincronización con la suya. Allí. Ahora. Para terminar el proceso. El
sabía lo que sentiría Elena: Una descarga eléctrica, comenzando en el punto
donde él la había tocado primero y rápidamente esparciendo calor a través de
su cuerpo.
Luego una rápida montaña de sensaciones como si él estuviera a través de una
rotación de practica con ella. Llegando hacia él, y luego a sus ojos, a sus
oídos, Donde ella de repente descubrió que podía ver y oír mucho mejor,
luego bajando por su espalda manteniéndolo fuera de su alcance, mientras que
su ritmo cardiaco se aceleraba y sentía algo como electricidad en sus manos
subiendo por su brazo y bajando por un lado de su cuerpo, momento en el cual
un temblor empezó en ella. Finalmente la energía bajo por sus magnificas
piernas al igual que a sus pies, donde ella lo sentiría en las plantas de sus pies,
curvando sus dedos, antes de regresar donde todo había comenzado, cerca de
su corazón.
Damon oyó a Elena jadear débilmente, cuando el primer choque la golpeo, y
luego sintió la carrera de su ritmo cardiaco y sus pestañas parpadearon como
si el mundo fuera más ligero para ella, sus pupilas dilatadas como si estuviera
enamorada, su cuerpo tornándose rígido a los pequeños sonidos de los
roedores en la hierba –Un sonido que ella nunca hubiera oído sin el poder
proveniente directamente de sus oídos. Y así, en todo su cuerpo, una vez y
luego otra, para que ella pudiera tener idea del proceso. Entonces él la dejo ir.
Elena estaba jadeante y exhausta; y había sido él el que había gastado energía.
“Yo nunca -seré capaz- de hacer eso sola” dijo con voz entre cortada.
“Si lo harás, con tiempo y práctica. Y cuando puedas hacerlo, serás capaz de
controlar todo tu poder”.
“Si tu…lo dices” Los ojos de Elena estaban cerrados ahora, sus
pestañas como media luna sobre sus mejillas. Era claro que ella
había sido presionada hasta su límite. Damon sintió la tentación de atraerla hacia él, pero lo suprimió. Elena había dejado claro que no quería que
él la abrazara.
Me pregunto cuántos chicos ella no alejo. Damon pensó abruptamente con
amargura, lo que lo sorprendió un poco, la amargura. ¿Por qué le importaba
cuantos chicos había manipulado Elena? Cundo él la hizo su princesa de la
oscuridad, ellos iban de caza por presas humanas –Algunas veces juntos,
algunas veces solos. El no estaba celoso entonces.
¿Por qué le importaba cuantos encuentros amorosos había tenido? Pero
entonces se dio cuenta que era un amargado y estaba lo suficientemente
enojado para responder sin calor. “Yo digo que lo harás. Solo practica hacerlo
sola”.
En el carro, Damon siguió molesto con Elena. Lo que fue difícil, ya que ella
era una perfecta compañera de viaje. Ella no charlaba, no tarareaba o –Gracias
a Dios- cantaba sola con la radio, no masticaba chicle o fumaba, ella no se
sentaba en el asiento de atrás, no necesitaba muchas paradas para descansar, y
nunca preguntaba “¿ya llegamos?”.
De hecho, era difícil para cualquier persona, hombre o mujer, permanecer
molesto con Elena Gilbert por un periodo de tiempo largo. No podías decir
que era demasiado exuberante como Bonnie, o demasiado serena, como
Meredith. Elena era lo suficientemente dulce para compensar su brillante,
activa y siempre intrigante mente.
Ella era solo lo suficientemente compasiva para compensar su auto-confeso
egoísmo, y lo suficientemente rara para asegurar que nadie nunca la llamaría
normal.
Ella era intensamente leal con sus amigos y personaba lo suficiente para que
ella misma no consideraba a casi nadie como enemigo –los Kitsune y la
antigua clase de vampiros eran la excepción—.
Ella era honesta, franca y amorosa y por supuesto ella tenía una raya oscura en
la que sus amigos simplemente la llamaban salvaje, pero que
Damon reconocía por lo que ralamente era. Eso compensaba lo ingenuo, suave e ingenioso de su naturaleza. Damon estaba seguro de que el
no necesitaba ninguna de esas cualidades en ella, sobre todo en estos
momentos.
Oh, si…y Elena Gilbert era lo suficientemente hermosa para hacer que
cualquiera de sus características negativas fuera completamente irrelevante.
Pero Damon estaba determinado a estar molesto y el tenia la suficiente fuerza
de voluntad para escoger su estado de humor y adherirse a él, siendo oportuno,
o no.
El ignoro todos los intentos de Elena por establecer una conversación, y
eventualmente ella dejo de intentarlo. El mantuvo su mente clavada en la
docena de chicos y hombres a quien la chica exquisita junto a el había tenido
en su cama. El sabia que Elena, Caroline y Meredith habían sido el “alto
nivel” de el cuarteto cuando ellas habían sido amigas, mientras que la pequeña
Bonnie había sido la más joven y había sido considerada un poquito ingenua
para ser completamente iniciada.
Así que ¿Por qué estaba con Elena ahora? Se encontró a si mismo
preguntando con amargura, preguntándose por solo un pequeño segundo si
Shinichi lo estaba manipulando al igual que al tomar sus recuerdos.
¿Stefan nunca se preocuparía por el pasado –Especialmente con el viejo
novio—Mutt— rondando por ahí dispuesto a dar su vida por ella?
Stefan no debería, o tendría que ponerle fin –no, ¿Cómo podría ponerle fin a
algo que Elena quisiera hacer? Damon había visto el choque de sus
voluntades, Incluso cuando Elena había sido una niña mentalmente, justo
después de regresar de la otra vida. Cuando Elena llego a Stefan y a su
relación con el, Ella tenía el control. Como los humanos decían: Ella llevaba
los pantalones de la familia.
Bueno tarde o temprano se iba a dar cuenta de cuánto le iba a gustar usar
tirantes. Damon pensó, riéndose en silencio, aunque su estado de ánimo era
más negro que nunca. El cielo sobre el carro era aun más oscuro
en respuesta, y el viento arrancando las hojas de las ramas antes de tiempo, la fuerte lluvia cayendo en el parabrisas, y luego vino el rayo de luz y
el eco del sonido de un trueno.
Elena salto involuntariamente, cuando el trueno se desato. Damon la observo
con sombría satisfacción. El sabía que ella sabía que él podía controlar el
clima.
Ninguno de los dos dijo una sola palabra. Ella no le rogaría, pensó sintiendo el
orgullo salvaje en ella de nuevo, y luego una sensación de molestia consigo
mismo por ser tan suave.
Pasaron frente a un motel y Elena siguió las borrosas señales eléctricas con los
ojos, mirando sobre su hombro hasta perderlas en la oscuridad. Damon no
quería parar, No se atrevió a parar, en realidad. Se dirigían ahora a una
tormenta muy desagradable. El Pirus patino, pero Damon logro mantenerlo
bajo control –apenas. El disfrutaba conducir en estas condiciones.
Fue solamente cuando una señal advirtió que el próximo lugar de refugio
estaba a cien kilómetros de distancia que Damon sin consultar a Elena, entro
en un camino inundado y detuvo el coche. Las nubes se habían desatado para
entonces, la lluvia caía a cantaros; y el cuarto escogido por Damon fue un
pequeño edificio anexo, separado del motel principal.
La soledad encajaba con Damon demasiado bien.
viernes, 9 de abril de 2010
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