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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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lunes, 5 de abril de 2010

EL RETORNO: ALMAS SOMBRIAS-- CAPITULO 5

Elena se metió en el asiento trasero del Jaguar y se puso una suave
camisa aguamarina y unos jeans debajo de su camisón, solo en caso
de que un oficial de policía—o incluso alguien tratando de ayudar a
los dueños de un carro aparentemente varado en una carretera
desierta—se detuvieran a ver qué pasaba.
Y luego ella se recostó en el asiento trasero del Jag.
Pero incluso ahora que estaba cálida y cómoda, el sueño no llegaba.
¿Qué es lo que quiero? ¿Lo que realmente quiero en este momento? Ella se
pregunto a sí misma. Y la respuesta vino a ella inmediatamente.
Quiero ver a Stefan. Quiero sentir sus brazos alrededor de mí. Solo quiero
mirar su cara—sus ojos verdes, con esa mirada especial que él solo me
mostraba a mí. Quiero que él me perdone y que me diga que sabe que yo
siempre lo amare.
Y quiero… Elena se sintió a si misma enrojecer mientras una gran calidez
pasaba atreves de su cuerpo, Quiero que Stefan me bese. Quiero los besos de
Stefan… cálidos y dulces y reconfortadores…
Elena estaba pensando en esto mientras ella cerraba sus ojos como por
segunda o tercera vez y cambiaba de posición, las lagrimas una vez más
apareciendo. Si tan solo ella pudiera llorar, realmente llorar, por Stefan. Pero
algo la detuvo. Le costó derramar una lágrima.
Dios, ella estaba exhausta…
Elena lo intento. Mantuvo sus ojos cerrados y se volteo hacia atrás y adelante,
intentando no pensar en Stefan por solo unos pocos minutos.
Ella tenía que dormir. Desesperada, ella dio un poderoso empujón para
intentar encontrar una mejor posición—cuando todo repentinamente cambio.
Elena estaba cómoda. Muy cómoda. Ella no podía sentir el asiento. Se sentó
verticalmente y se quedo inmóvil, sentando el aire. Ella casi estaba golpeando
su cabeza contra el techo del Jag.
¡Perdí la gravedad de nuevo! Ella pensó, horrorizada. Pero, no—esto era
diferente de lo que había pasado cuando ella había regresado por primera vez
del más allá, y había volado por ahí como un globo. Ella no podía explicar
porque, pero estaba segura.
Ella tenía miedo de moverse en cualquier dirección. Ella no estaba segura de
la causa de su angustia—pero no se atrevió a moverse.
Y luego ella lo vio.
Ella se vio a sí misma, con su cabeza hacia atrás y sus ojos cerrados en el
asiento trasero del carro. Ella podía distinguir cada pequeño detalle, desde las
arrugas en su suave camisa aguamarina hasta la trenza que ella hizo con su
cabello dorado pálido, el cual, por falta de nudo de cabello, ya se estaba
destrenzando. Ella se veía como si estuviera durmiendo serenamente.
Así que así era como todo terminaba. Esto es lo que dirán, que Elena Gilbert,
un día de verano, murió pacíficamente en su sueño. Nunca encontraron una
causa de muerte…
Porque ellos nunca podrían ver un corazón roto como una causa de muerte,
Elena pensó, y en un gesto incluso más melodramático que sus usuales gestos
melodramáticos, ella intento lanzarse a sí misma a su propio cuerpo con un
brazo cubriendo su rostro.
No funciono. Tan pronto como ella retrocedió para empezar a
lanzarse a sí misma, se dio cuenta de que estaba fuera del Jaguar.
Ella paso derecho a través del techo sin sentir nada. Supongo que eso es lo que
pasa cuando eres un fantasma, pensó. Pero esto no era en nada como la última
vez.
Esa vez yo vi el túnel, fui hacia la luz.
Tal vez no soy un fantasma.
Repentinamente Elena sintió una oleada de euforia. Se lo que es esto, pensó
triunfalmente. ¡Esto es una experiencia extra-corporal!
Ella miro hacia abajo a su yo durmiente, buscando cuidadosamente. ¡Sí! ¡Sí!
Ahí estaba una cuerda uniendo su cuerpo durmiente—su cuerpo real—a su yo
espiritual. ¡Ella estaba atada! No importa a donde fuera, podría encontrar su
camino a casa.
Solo había dos destinaciones posibles. Una era de regreso a Fell’s Church.
Ella sabía la dirección general del sol, y estaba segura de que alguien que
tuviera un O.O.B* (como Bonnie, quien una vez había ido a través de un plato
espiritualista y había leído montones de libros acerca del tema, familiarmente
llamado) sería capaz de reconocer la cruzada de todas esas líneas de ley.
El otro destino, por supuesto, era hacia Stefan.
Damon tal vez pensara que ella no sabía a dónde ir, y era verdad que solo
podía sentir vagamente por el sol saliente que Stefan estaba en la otra
dirección—hacia su oeste. Pero ella siempre oyó que las almas de los
verdaderos amantes estaban conectadas de alguna manera… por un lazo
plateada de corazón a corazón o una cuerda roja de pulgar a pulgar.
Para su deleite, ella lo encontró casi inmediatamente.
Una delgada cuerda del color de la luz de luna, que parecía estar entretejida
entre el corazón de Elena y… si. Cuando toco la cuerda, resonó tan claramente
a Stefan para ella que supo que la llevaría hacia él.
Nunca hubo una duda en su mente de cual dirección tomaría. Ella
había estado en Fell’s Church. Bonnie era una psíquica con unos
impresionantes poderes, y también lo era la vieja patrona de Stefan, La Sra. Theophilia Flowers. Ellos estaban ahí, solos con Meredith y su
brillante intelecto, para proteger el pueblo.
Y todos ellos entenderían, se dijo a si misma de alguna manera desesperada.
Ella quizás no tendría esta oportunidad de nuevo.
Sin otro momento de indecisión, Elena se volteo hacia Stefan y se dejo a si
misma ir.
Inmediatamente se encontró a si misma apresurándose a través del aire,
demasiado rápido para tomar nota de su alrededor. Todo lo que pasaba era un
borrón, diferenciándose solo en color y textura mientras Elena se daba cuenta
con un nudo en la garganta que ella estaba pasando a través de los objetos.
Y así, en solo unos pocos instantes, ella se encontró a si misma mirando una
escena que le partió el corazón: Stefan en una prisión usada y rota, viéndose
delgado y con el rostro gris. Stefan en una asquerosa celda de pico-sembrado e
infestada de piojos con sus barrotes de hierro que lo represaban y de los que
ningún vampiro podría escapar.
Elena se volteo por un momento para que cuando ella lo despertara el no viera
su angustia y sus lagrimas. Ella justo estaba terminando de componerse a sí
misma, cuando la voz de Stefan sacudió a través de ella. El ya estaba
despierto.
“Lo intentas, y lo intentas, ¿verdad?” el dijo, su voz pesada con sarcasmo.
“Supongo que deberías obtener puntos por eso. Pero siempre tienes algo mal.
La última vez fueron las orejas un poco puntiagudas. Esta vez son las ropas.
Elena no usaría una camisa arrugada como esa ni tendría los pies sucios y
gastados aunque su vida dependiera de ello. Vete.” Encogiéndose de hombros
debajo de la manta raída, él le dio la espalda.
Elena se le quedo viendo. Ella estaba en demasiadas clases de angustia como
para elegir sus palabras: Estas emergieron de ella como un geiser*. “¡Oh,
Stefan! Yo solo estaba intentando quedarme dormida en mis ropas en caso de
que un oficial de policía se detuviera mientras yo estaba en el
asiento trasero del Jag. El Jag que tú me compraste. ¡Pero yo no creí que te importaría! Mis ropas están arrugadas porque yo las saque de mi
bolsa de lona y mis pies se ensuciaron cuando Damon—bueno—bueno—
olvida eso. Yo tenía un camisón real, pero no lo tenía puesto cuando me salí
de mi cuerpo y supongo que cuando sales todavía te ves como tú mismo en tu
cuerpo…”
Luego ella tiro sus manos en alarma mientras Stefan se dio la vuelta. Pero—
milagro de milagros—ahora había un toque de sangre en sus mejillas. Más que
nada, el ya no se veía desdeñoso.
El se veía mortífero, sus ojos verdes centelleando con malevolencia.
“Tus pies se ensuciaron—cuándo Damon hizo ¿qué?” el demando,
preguntando cuidadosamente.
“No importa—”
“Maldita sea, si importa—” Stefan la detuvo cortamente
“¿Elena?” el susurro, mirándola como si ella solo hubiera aparecido.
“¡Stefan!” Ella no pudo evitar sostener sus brazos a su alrededor. Ella no
podía controlar nada. “Stefan, yo no sé cómo, pero estoy aquí. ¡Soy yo! No
soy un sueño o un fantasma. Yo estaba pensando en ti y me quede dormida—
¡y aquí estoy!” ella intento tocarlo con manos fantasmales. “¿Me crees?”
“Te creo…porque yo estaba pensando en ti. De alguna manera—de algún
modo eso te trajo aquí. Por el amor. ¡Porque nos amamos!” él dijo las palabras
como si fueran una revelación.
Elena cerró sus ojos. Si tan solo ella pudiera estar en su cuerpo. Ella le
mostraría a Stefan cuanto lo amaba. Porque así, ellos tenían que usar palabras
torpes—clichés que eran únicamente ciertos.
“Siempre te amare, Elena,” Stefan dijo, susurrando de nuevo. “Pero no te
quiero cerca de Damon. El encontrara la manera de lastimarte—”
“No puedo evitarlo,” Elena lo interrumpió.
“¡Tienes que evitarlo!”
“¡—porque él es mi única esperanza, Stefan! Él no va a lastimarme. Él ya ha
matado para protegerme. Oh, Dios, ¡ha pasado tanto! Nosotros estamos en
camino a—” Elena vacilo, sus ojos mirando alrededor con cautela.
Los ojos de Stefan se ampliaron por un instante. Pero cuando hablo su cara
estaba inexpresiva. “Algún lugar donde estarán seguros.”
“Si,” ella dijo, igual de seria, sabiendo que lagrimas fantasmas estaban ahora
corriendo por sus mejillas sin huesos. “Y… oh, Stefan, hay mucho que no
sabes. Caroline acusó a Matt de atacarla mientras ellos estaban en una cita
porque ella está embarazada. ¡Pero no fue Matt!”
“¡Por supuesto que no!” Stefan dijo indignado, y hubiera dicho más, pero
Elena estaba corriendo ahora.
“Y creo que—que el pequeño es realmente de Tyler Smallwood por el tiempo,
y por el cambio de Caroline. Damon dice que—”
“El bebe de un hombre lobo siempre convertirá a su madre en mujer loba—”
“¡Sí! Pero la parte de hombre lobo va a tener que pelear con el malash que ya
está dentro de ella. Bonnie y Meredith me dijeron cosas acerca de Caroline—
como la manera en que ella se estaba arrastrando en el suelo como un
lagarto—eso me horrorizo. Pero tuve que dejarlas lidiar con eso para que yo
pudiera—pudiera llegar a ese lugar seguro.”
“Hombres lobo y hombres-zorro,” Stefan dijo, sacudiendo su cabeza. “Por
supuesto, que los kitsune, los zorros, son mucho más poderosos mágicamente,
pero los hombres lobo tienden a matar antes de pensar.” El golpeo su rodilla
con su puño. “¡Desearía poder estar ahí!”
Elena estallo con maravilla y desesperación mezcladas. “Y en vez de eso aquí
estoy yo— ¡contigo! Yo nunca supe que podía hacer esto. Pero no he sido
capaz de traerte nada en esta dirección, ni siquiera a mí misma. Mi
sangre.” Ella hizo un gesto desesperado y vio la presunción en los
ojos de Stefan.
¡El todavía tenía el vino negro mágico de Clarion Loess que ella le había
contrabandeado! ¡Ella lo sabia! Ese era el único líquido que ayudaría—una
pizca—a mantener a un vampiro vivo cuando no tenía sangre disponible.
El “vino” Mágico Negro—sin alcohol y nunca hecho para humanos en primer
lugar, era la única bebida con la que los vampiros realmente disfrutaban aparte
de la sangre. Damon le había dicho a Elena que era hecho mágicamente con
uvas especiales que eran cultivadas en el suelo de los bordes de los glaseares,
loess*, y que eran mantenidas en completa oscuridad. Eso es lo que le da su
aterciopelado sabor oscuro, el dijo.
“Eso no importa,” Stefan dijo, sin duda por el beneficio de quien pudiera estar
espiando. “¿Exactamente como paso?” le pregunto entonces. “¿Esta
experiencia extra-corporal? ¿Por qué no vienes aquí y me cuentas de eso?” el
se recostó en su prisión, volteando sus ojos doloridos a ella. “Siento no tener
una mejor cama que ofrecerte.” Por un momento la humillación se mostro
claramente en su rostro. Todo este tiempo él se manejo para ocultársela: la
vergüenza que él sentía por aparecer ante ella de esta manera—en una celda
mugrienta, con harapos por ropas, e infestado con solo Dios sabia que. Él—
Stefan Salvatore, quien una vez había sido—había sido—
El corazón de Elena realmente se rompió entonces. Ella sabía que se estaba
rompiendo, porque ella podía sentir en su interior como la rotura de un vidrio,
como agujas ensartándole la carne dentro de su pecho. Ella sabía que se estaba
rompiendo, también, porque ella estaba llorando, grandes lagrimas espirituales
que caían en la cara de Stefan como sangre, translucidas en el aire mientras
caían, pero tornándose de un intenso rojo cuando tocaron la cara de Stefan.
¿Sangre? Por supuesto, no era sangre, ella pensó. Ella no le podía traer algo
tan útil en esta forma. Ella estaba realmente sollozando ahora; sus hombros
sacudiéndose mientras las lagrimas continuaron cayendo encima de Stefan,
quien ahora tenía una mano hacia arriba como si quisiera atrapar una…
“Elena—” había sorpresa en su voz.
“¿Qu—que?” ella se lamento.
“Tus lagrimas. Tus lagrimas me hacen sentir…” el estaba mirando hacia arriba
a ella con algo como admiración.
Elena todavía no podía evitar llorar, aunque ella sabía que había calmado su
orgulloso corazón—y hecho algo más.
“No-o entiendo.”
El atrapo una de sus lágrimas y la beso. Luego él la miro con brillo en sus
propios ojos. “Es difícil hablar de ello, hermoso pequeño amor…”
¿Entonces porque usas palabras? Ella pensó, todavía llorando, pero bajando a
su nivel para que ella pudiera lloriquear solo con su garganta.
Es solo que… ellos no son muy generosos con los refrigerios por aquí. Él le
dijo. Como abras supuesto. Si tu no me hubieras—ayudado—yo estaría
muerto en este momento. Ellos no pueden entender por qué no lo estoy. Así
que ellos—bueno, ellos huyen antes de llegar a mí, pero algunas veces,
veras—
Elena levanto su cabeza, y esta vez lagrimas de pura rabia cayeron derecho
sobre su cara. ¿Dónde están?
Yo los mate. No me digas que no puedo porque yo encontré una manera.
Encontré una manera de matarlos incluso aunque estoy en este estado—
El sacudió su cabeza. Ángel, ángel, ¿no lo vez? No tienes que matarlos.
Porque tus lagrimas, las lagrimas fantasmales de una doncella pura—
Ella sacudió su cabeza de regreso. Stefan, si alguien sabe que yo no soy una
doncella pura, ese eres tú—
—de una doncella pura. Stefan continuo, ni siquiera disturbado por la
interrupción, pueden curar todas las enfermedades. Y yo estaba enfermo esta
noche, Elena, incluso aunque intente esconderlo. ¡Pero estoy curado ahora!
¡Tan bueno como nuevo! Ellos nunca serán capases de entender cómo pudo
suceder.
¿Estás seguro?
¡Mírame!
Elena lo miro. La cara de Stefan, que había estado gris y estirada antes, estaba
diferente ahora. El era usualmente pálido, pero ahora sus finas facciones se
veían sonrojadas—como si él hubiera estado parado en frente de una fogata y
la luz todavía se estuviera reflejando en las líneas puras y los planos elegantes
de su amado rostro.
Yo… ¿hice qué? Ella recordó la primera gota cayendo, y como se había visto
como sangre en su rostro. No como sangre, ella se dio cuenta, si no como
color natural, hundiéndose dentro de él, refrescándolo.
Ella no pudo evitarlo y escondió su rosto en la garganta de él mientras
pensaba, estoy alegre, oh, estoy tan alegre. Pero desearía que pudiéramos
tocarnos. Quiero sentir tus brazos alrededor de mí.
“Al menos puedo mirarte,” Stefan susurro, y Elena supo que incluso esto era
como agua en un desierto para él. “Y si pudiéramos tocarnos, yo pondría mi
brazo alrededor de tu cintura aquí, y te besaría aquí y aquí…”
Ellos se hablaron el uno al otro de esta manera por un rato—solo
intercambiando tonterías de amantes, cada uno sostenido por la vista y el
sonido del otro. Y entonces, suave pero firmemente, Stefan le pidió que le
contara todo acerca de Damon—todo desde que ellos comenzaron. Para este
momento Elena estaba lo suficientemente imperturbable para contarle acerca
del incidente con Matt sin hacer sonar a Damon demasiado como un villano.
“Y Stefan, Damon realmente esta protegiéndonos lo mejor que puede.” Ella le
dijo acerca de los dos vampiros poseídos que los habían estado rastreando y lo
que Damon había hecho.
Stefan apenas y se encogió de hombros y dijo irónicamente, “La mayoría de la
gente escribe con lápices; Damon borra a la gente con ellos.” El agrego, “¿Y
cómo se ensuciaron tus ropas?”
“Porque escuche una explosión enorme—la cual termino siendo Matt en el
techo del carro,” ella dijo. “Pero, para ser justos, el estaba intentando estacar a
Damon en ese momento. Yo lo hice deshacerse de la estaca.” Ella agrego, en
el más elemental de los susurros: “Stefan, por favor que no te importe que
Damon y yo tengamos que—que estar juntos un montón en estos momentos.
Eso no cambia nada entre nosotros.”
“Lo sé.”
Y lo maravilloso de eso era que él si lo sabía. Elena estaba bañada con el
brillo profundo de su confianza en ella.
Después de que ellos se “sostuvieron” el uno al otro, Elena estaba acurrucada
sin peso por encima del brazo de Stefan… y era feliz.
Y entonces abruptamente el mundo—el universo entero—se estremeció por el
sonido de un gigantesco sonido de golpe. Molesto a Elena. No pertenecía aquí
con el amor y la confianza y la dulzura de compartir cada parte de sí misma
con Stefan.
Empezó de nuevo—una explosión monstruosa que aterrorizo a Elena. Ella se
agarro inútilmente a Stefan, quien la estaba mirando con preocupación. Él no
escucho el estrepito que la estaba molestando, ella se dio cuenta.
Y entonces algo incluso peor paso. Ella estaba fuera del brazo de Stefan, y se
estaba apresurando hacia atrás, a través de los objetos, hacia atrás más rápido
y más rápido hasta que en un choque ella aterrizo en su cuerpo.
A pesar de su renuencia ella aterrizo perfectamente en el cuerpo solido que
hasta ahora había sido el único que conocía. Ella aterrizo en él y se mezclo
dentro de el y entonces ella estaba sentada y los sonidos eran los sonidos de
Matt dando golpecitos a la ventana.
“Han pasado más de dos horas desde que te fuiste a dormir,” el dijo mientras
ella abría la puerta. “Pero yo supuse que lo necesitabas. ¿Estás bien?”
“Oh, Matt,” Elena dijo. Por un momento parecía imposible que ella fuera
capaz de no llorar. Pero luego ella recordó la sonrisa de Stefan.
Elena parpadeo, forzándose a sí misma a encargarse de su nueva situación.
Ella no había visto a Stefan por el tiempo suficiente. Pero sus recuerdos de su
corto, dulce momento juntos estaban envueltos en junquillos y lavandas y
nada podría jamás apartarlos de ella.
***
Damon estaba irritado. Mientras volaba más alto en sus alas de cuervo anchas
y negras, el paisaje debajo de él estaba desplegado como una maravillosa
alfombra, la ultima hora del día haciendo los paisajes y colinas brillar como
esmeraldas.
Damon lo ignoro. Él lo había visto demasiadas veces. Lo que él estaba
buscando era una donna splendida*.
Pero su mente seguía a la deriva. Mutt* y su estaca…
Damon todavía no podía ver porque Elena quería tomar a un fugitivo de la
justicia con ellos. Elena… Damon intento conjurar los mismos sentimientos
irritados para ella que los que tenia para Mutt, pero no pudo hacerlo.
El hizo círculos hacia el pueblo por debajo de él, manteniéndose en el distrito
residencial, buscando auras. El quería un aura fuerte tanto como quería una
hermosa. Y él había estado en América el tiempo suficiente para saber que a
esta hora temprana de la mañana podías encontrar tres tipos de personas
levantados y fuera de su casa. Los estudiantes eran los primeros, pero
estábamos en verano, así que había menos de los que elegir. A pesar de la
suposición de Mutt, Damon rara vez mordió a chicas de secundaria. Los
corredores eran los segundos. Y los terceros, pensando cosas hermosas, justo
como… esa allá abajo…eran las jardineras caseras.
La joven mujer con las tijeras de podar levanto la vista mientras
Damon giraba la esquina y se acercaba a su casa, deliberadamente
apurando y luego desacelerando su paso. Sus pasos suaves hicieron claro que el estaba encantado de ver la extravagancia floral en frente
de la encantadora casa Victoriana. Por un momento la chica se vio
sorprendida, casi asustada. Eso era normal. Damon estaba usando botas
negras, jeans negros, una camiseta negra, y una chaqueta de cuero negro,
además de sus Ray-Bans.* Pero luego el sonrió y en el mismo momento
empezó la primera delicada infiltración en la mente de la bella donna.
Una cosa estaba clara incluso antes de eso. A ella le gustaban las rosas.
“Un ramo completo de Tejedoras de sueño,” el dijo, sacudiendo su cabeza con
admiración mientras miraba a los arbustos cubiertos con flores rosadas
brillantes. “Y esas enredaderas blancas en las rejas… Ah, ¡pero tus piedras de
luna!” el toco ligeramente una rosa abierta, su pétalo coloreado del color de la
luz de luna pero degradándose a rosado pálido en las esquinas.
La joven mujer—Krysta—no pudo evitar sonreír. Damon sintió fluir la
información sin esfuerzo de la mente de ella a la suya. Ella solo tenía
veintidós, no estaba casada, todavía viviendo en casa. Ella tenía precisamente
el tipo de aura que él estaba buscando, y solo un padre durmiendo en su casa.
“No pareces del tipo que sabe mucho acerca de rosas,” Krysta dijo
francamente, y luego dio una risa semiconsciente. “Lo siento. Conocí todos
los tipos de rosas en el Show de rosas de Creekville.”
“Mi madre es una ávida jardinera,” Damon mintió con fluidez y sin un rastro
de recelo. “Supongo que obtuve mi pasión de ella. Aunque yo no me quedo en
un solo lugar el tiempo suficiente para cultivarlas, pero todavía puedo soñar.
¿Te gustaría saber cuál fue mi último sueño?”
Esta vez Krysta sintió como si ella estuviera flotando en una deliciosa nube
perfumada con rosas. Damon sintió cada delicado matiz de ella, disfrutando
verla sonrojarse, disfrutando el ligero temblor que sacudió su cuerpo.
“Si,” Krysta dijo simplemente. “Me encantaría saber tu sueño.”
Damon se inclino hacia delante, bajando su voz. “Quiero sembrar
una rosa negra verdadera.”
Krysta se veía sorprendida y algo brillante atreves de su mente, demasiado
rápido para que Damon lo atrapara. Pero entonces ella dijo en una voz
igualmente silenciosa, “Entonces hay algo que me gustaría enseñarte. Si—si
tienes tiempo de venir conmigo.”
El patio trasero era incluso más esplendido que el frontal y ahí había una
hamaca balanceándose gentilmente, Damon noto con aprobación. Después de
todo, el necesitaría pronto un lugar para poner a Krysta… mientras ella se
quedaba dormida.
Pero en la parte trasera del cenador estaba algo que causo que sus pasos se
apresuraran involuntariamente.
“¡Rosas negras mágicas!” el exclamo, viendo los pétalos vino oscuro, casi
coloreados de borgoña.
“Si,” Krysta dijo suavemente. “Mágicas Negras. Lo más cercano que alguien
alguna vez ha llegado a una rosa negra. Consigo tres ramos cada año,” ella
susurro tremulosamente, ya no preguntándose quién podría ser este joven
hombre, abrumada por sus sentimientos que casi tomaron a Damon con ella.
“Son magnificas,” el dijo. “Es el rojo más profundo que haya visto jamás. Lo
más cercano al negro de su raza.”
Krysta todavía estaba temblando con felicidad. “Puedes tomar una, si quieres.
Voy a llevarlas al Creekville show la semana que viene pero puedo darte una
con el capullo cerrado ahora. Tal vez serás capaz de olerlas.”
“A mi… me gustaría eso,” Damon dijo.
“Puedes dársela a tu novia.”
“No tengo novia,” Damon dijo, alegre de volver a mentir. Las manos de
Krysta se sacudieron ligeramente mientras cortaba una de las que tenían el
tallo más largo y derecho para él.
Damon se acerco para agarrarla y sus dedos se tocaron.
Damon le sonrió.
Cuando las rodillas de Krysta se desvanecieron con placer, Damon la atrapo
fácilmente, y siguió con lo que estaba haciendo.
Meredith estaba justo detrás de Bonnie mientras ella caminaba dentro del
cuarto de Caroline.
“Dije, ¡Cierra la maldita puerta!” Caroline dijo—no, más bien gruño.
Era natural mirar para ver de donde estaba viniendo la voz. Justo antes de que
Meredith cortara la única rendija de luz al cerrar la puerta, Bonnie vio el
escritorio esquinero de Caroline. La silla que solía estar en frente de él ya no
estaba.
Caroline estaba debajo.
Podría haber sido un buen espacio para esconderse para alguien de diez años,
pero como una chica de dieciocho años, Caroline se había curvado en una
posición imposible para caber ahí. Ella estaba sentada en una pila de lo que
parecían jirones de ropa. Sus mejores ropas, Bonnie pensó repentinamente,
mientras un centelleo de lamé* dorado brillo y desapareció cuando cerraron la
puerta.
Luego solo estuvieron ellas tres juntas en la oscuridad. Ninguna iluminación
provenía de por encima o por debajo de la puerta desde el pasillo.
Es porque el pasillo esta en otro mundo, Bonnie pensó salvajemente.
“¿Qué hay de malo con un poco de luz, Caroline?” Meredith pregunto
tranquilamente. Su voz era firme, confortable. “Tu dijiste que viniéramos a
verte—pero nosotras no podemos verte.”
“Dije que vinieran a hablar conmigo,” Caroline corrigió
instantáneamente, exactamente como ella siempre lo había hecho
en los viejos tiempos. Eso debería haber sido confortante, también.
Excepto—excepto que ahora Bonnie podía oír en su voz un tipo de
reverberación debajo del escritorio, ella podía decir que tenía una nueva
cualidad. No tan ronca más bien como—
Tú realmente no quieres estar pensando esto. No en la medianoche oscura de
este cuarto, la mente de Bonnie le dijo.
No tan ronca, más bien como un gruñido, Bonnie pensó impotente. Casi
podías decir que Caroline gruñía sus respuestas.
Pequeños sonidos le dijeron a Bonnie que la chica debajo del escritorio se
estaba moviendo. La propia respiración de Bonnie se acelero.
“Pero nosotras queremos verte a ti,” Meredith dijo calmadamente. “Y sabes
que Bonnie le tiene miedo a la oscuridad. ¿Puedo prender solo la lámpara al
lado de tu cama?”
Bonnie se podía sentir a si misma temblar. Eso no era bueno. No era
inteligente mostrarle a Caroline que tenías miedo de ella. Pero el campo de
oscuridad la estaba haciendo temblar. Ella podía sentir que este cuarto estaba
mal en sus ángulos—o tal vez era solo su imaginación. Ella también podía oír
cosas que la hicieron saltar—como ese ruidoso sonido de doble click
directamente detrás de ella. ¿Qué había hecho eso?
“¡Esta bieeen entonces! Prrendan la que está al lado de la cama.” Caroline
definitivamente estaba gruñendo. Y se estaba moviendo más cerca de ellas;
Bonnie podía oír su crujido y su respiración acercándose.
¡No dejes que ella llegue a mí en la oscuridad!
Era un pensamiento irracional y lleno de pánico, pero Bonnie ya no podía
evitar pensarlo como tampoco podía evitar tropezar a ciegas contra…
Algo alto—y cálido.
No era Meredith. Nunca desde que Bonnie la había conocido ella había olido como rancio dulce y huevos podridos. Pero la cosa cálida tomo ambas de las
manos levantadas de Bonnie, y ahí había extraños pequeños sonidos de click
mientras ellas se cerraban.
Las manos no eran solo cálidas; eran calientes y secas.
Y los extremos picaban extrañamente en la piel de Bonnie.
Entonces, mientras una luz al lado de la cama se prendía, las manos ya no
estaban. La lámpara que Meredith había encontrado apagaba una muy, muy
tenue luz rubí—y era fácil ver porque. Una bata rubí y un salto de cama*
habían sido atados alrededor de la pantalla de la lámpara.
“Esto se ve como si hubiera un peligro de incendio,” Meredith dijo, pero
incluso su nivel de voz sonó tembloroso.
Caroline se paro detrás de ellas en la luz roja. Ella parecía más alta que nunca
para Bonnie, alta y musculosa, excepto por el ligero bulto de su vientre. Ella
estaba vestida normalmente, en jeans y una camiseta ajustada. Ella estaba
sosteniendo sus manos juguetonamente escondidas detrás de su espalda, y
sonriendo con su vieja sonrisa insolente y astuta.
Quiero irme a casa, Bonnie pensó.
Meredith dijo, “¿Entonces?”
Caroline solo siguió sonriendo. “¿Entonces, que?”
Meredith perdió los estribos. “¿Qué quieres?”
Caroline solo la miro maliciosa. “¿Han visitado a su amiga Isobel? ¿Han
tenido una pequeña charla con ella?”
Bonnie tenía una poderosa urgencia de darle una bofetada a esa sonrisa
petulante para sacarla de la cara de Caroline. No lo hizo. Era solo un truco de
la luz de la lámpara—ella sabía que tenía que serlo—pero se veía casi como si
ahí hubieran unos puntos rojos brillando en el centro de cada uno
de los ojos de Caroline.
“Visitamos a Isobel en el hospital, si,” Meredith dijo sin expresión. Luego,
con inconfundible ira en su voz, ella agrego, “Y tú sabes muy bien que ella no
puede hablar todavía, pero”—con un poco de precipitación triunfal—“los
doctores dicen que ella será capaz de hacerlo. Su lengua sanara, Caroline. Ella
tal vez tenga cicatrices en todos los lugares en que se perforo a sí misma, pero
ella va a ser capaz de hablar de nuevo muy bien.”
La sonrisa de Caroline se había desvanecido, dejando que su cara se viera
demacrada y llena de sombría furia. ¿Por qué? Bonnie se pregunto.
“Te haría algo de bien salir de esta casa,” Meredith le dijo a la chica de
cabello cobrizo. “No puedes vivir en la oscuridad—”
“No lo hare por siempre,” Caroline dijo bruscamente. “Solo hasta que los
gemelos nazcan.” Ella se paro, las manos todavía detrás de ella, y arqueo su
espalda para que así su estomago se pronunciara más que nunca.
“Los… ¿gemelos?” Bonnie estaba sorprendida y sin habla.
“Matt Junior y Mattie. Así es como voy a llamarlos.”
La sonrisa de regodeo de Caroline y sus ojos insolentes eran casi demasiado
para que Bonnie lo soportara. “¡No puedes hacer eso!” se oyó a si misma
gritando.
“O tal vez pueda llamar a la niña Honey. Matthew y Honey, por su papi,
Matthew Honeycutt.”
“No puedes hacerlo,” Bonnie disparo, mas estridentemente. “Especialmente
porque Matt no está aquí para defenderse a sí mismo—”
“Si, el escapo muy repentinamente, ¿verdad? La policía se está preguntando
porque el tenia que huir. Por supuesto”—Caroline libelo su voz a un susurro
significativo—“él no estaba solo. Elena estaba con él. Me pregunto, ¿qué
hacen ellos dos en su tiempo libre?” ella rio, una alta, necia risa.
“Elena no es la única persona que está con Matt,” Meredith dijo, y
ahora su voz estaba baja y peligrosa. “Alguien mas esta, también.
¿Recuerdas un acuerdo que firmaste? ¿Acerca de no decirle a nadie acerca de
Elena o atraer publicidad para ella?”
Caroline parpadeo lentamente, como un lagarto. “Hace mucho tiempo. En una
vida diferente, para mí.”
“¡Caroline, no vas a tener una vida si rompes ese juramento! Damon te
mataría. ¿O—acaso tu ya—?” Meredith se detuvo.
Caroline todavía se estaba riendo en ese modo infantil, como si ella fuera una
pequeña niña y alguien le acabara de decir un chiste travieso.
Bonnie sintió correr un sudor frio por todo su cuerpo de una vez. Finos
cabellos se levantaron en sus brazos.
“¿Qué estas escuchando, Caroline?” Meredith humedeció sus labios. Bonnie
podía ver que ella estaba intentando sostener los ojos de Caroline, pero la
chica de cabellos cobrizos se dio la vuelta. “Acaso es… ¿Shinichi?” Meredith
se movió hacia delante repentinamente y sostuvo los brazos de Caroline. “Tu
solías verlo y oírlo cuando te mirabas en el espejo. ¿Lo escuchas ahora todo el
tiempo, Caroline?”
Bonnie quería ayudar a Caroline. Lo quería. Pero ella no se podría haber
movido o hablado por nada.
Ahí habían—canas grises—en el cabello de Caroline. Cabellos grises, Bonnie
pensó. Se veían insípidas, mucho más ligeras que el flamante y hermoso
cabello natural del que Caroline estaba tan orgullosa. Y ahí había… otros
cabellos que no brillaban para nada. Bonnie había visto ese color leonado en
perros; ella sabía vagamente que algunos lobos se debían ver iguales. Pero era
realmente algo diferente verlo en el cabello de tu novia.
Especialmente cuando parecían erizarse y temblar, levantándose como los
pelos de un perro…
Ella está molesta. No molesta furiosa; molesta demente, Bonnie se
dio cuenta.
Caroline levanto la vista, no miro a Meredith, sino directo a los ojos de
Bonnie. Bonnie dio un respingo. Caroline la estaba mirando como si
considerada si Bonnie era la cena o solo basura.
Meredith se paro al lado de Bonnie para apoyarla. Sus puños estaban cerrados.
“No me mirrres,” Caroline dijo abruptamente, y se dio la vuelta. Sí, eso
definitivamente era un gruñido.
“Tu realmente querías que te viéramos, ¿no es verdad?” Meredith dijo
suavemente. “Estas—alardeando de ti misma en frente de nosotras. Pero creo
que tal vez esta es tu manera de pedir ayuda—”
“¡Dificilmeeeente!”
“Caroline,” Bonnie dijo repentinamente, sorprendida por una ola de lástima
que la embistió, “por favor trata de pensar. ¿Recuerdas cuando dijiste que
necesitabas un esposo? Yo—” ella se rompió y trago. ¿Quién iba a casarse con
este monstruo, quien unas pocas semanas antes se había visto como una chica
adolescente normal?
“Yo te entendía entonces,” Bonnie culmino patéticamente. “Pero,
honestamente, ¡no va a hacer ningún bien seguir diciendo que Matt te ataco!
Nadie…” ella no podía permitirse a sí misma decir lo obvio.
Nadie le creería a algo como tú.
“Oh, me puedo arrrreglar rrrrealmente bonita,” Caroline gruño y después río.
“Ustedes se sorrrrprenderian.”
En su ojo interno, Bonnie vio el viejo flash insolente de la mirada esmeralda
de Caroline, la astuta y secreta expresión de su rostro, y el brillo de su
hermoso cabello natural.
“¿Por qué elegiste a Matt?” Meredith exigió. “¿Cómo supiste que fue atacado
por un malach esa noche? ¿Shinichi lo envió para que lo persiguiera solo por
ti? ”
“¿O lo hizo Misao?” Bonnie dijo, recordando que era la hembra de los
gemelos kitsune, los espíritus zorros, quien le había hablado más a Caroline.
“Salí en una cita con Matt esa noche.” Repentinamente la voz de Caroline
estaba cantarina, como si ella estuviera recitando poesía—horriblemente. “No
me importo besarlo—el es tan lindo. Supongo que así fue como el obtuvo la
herida en su cuello. Supongo que yo podría haber mordido sus labios un
poco.”
Bonnie abrió su boca, sintió la mano restrictiva de Meredith en su hombro, y
la cerro de nuevo.
“Pero luego el solo se volvió loco,” Caroline mintió. “¡El me ataco! Yo lo
rasguñe con mis uñas, por arriba y por debajo de uno de sus brazos. Pero Matt
era demasiado fuerte. Más que demasiado fuerte. Y ahora—”
Y ahora vas a tener cachorros, Bonnie quería decir, pero Meredith apretó su
hombro y ella se detuvo a si misma de nuevo. Además, Bonnie pensó con un
repentino timbre de alarma, los bebes tal vez luzcan humanos, y tal vez solo
sean gemelos, como la misma Caroline había dicho.
¿Entonces como serian?
Bonnie sabía la manera en que las mentes de los adultos trabajaban. Incluso si
Caroline no podía teñir su cabello de vuelta a uno hermoso y natural, ellos
dirían, mira cuanto estrés ella ha tenido: ¡Ella realmente se está volviendo
prematuramente canosa!
E incluso si los adultos veían la apariencia bizarra de Caroline y su
comportamiento extraño, como Bonnie y Meredith justo lo habían hecho, ellos
lo pasarían por alto como causa del shock. Oh, pobre Caroline, toda su
personalidad ha cambiado desde ese día. Ella esta tan asustada de Matt que se
esconde debajo de su escritorio. Ella no se baña—tal vez ese es un síntoma
común después de lo que le ha pasado.
Además, ¿Quién sabe cuánto tiempo tardaran estos bebes lobos en nacer? Tal
vez el malach dentro de Caroline podía controlar eso, hacerlo parecer un
embarazo normal.
Y luego repentinamente Bonnie fue sacada de sus propios pensamientos para
sintonizar las palabras de Caroline. Caroline todavía estaba gruñendo por el
momento. Ella sonaba casi como la vieja Caroline, ofendida y traviesa,
mientras decía, “Yo solo no entiendo porque ustedes toman su palabra sobre la
mía.”
“Porque,” Meredith dijo rotundamente, “Nosotras los conocemos a los dos.
Nosotras habríamos sabido si Matt hubiera estado saliendo contigo—y el no lo
estaba. Y el difícilmente es el tipo de chico que solo se aparece en tu puerta,
especialmente cuando se considera lo que el opina de ti.”
“Pero ustedes ya dijeron que ese monstruo que lo ataco—”
“Malach, Caroline. Aprende la palabra. ¡Tienes uno dentro de ti!”
Caroline sonrió y agito una mano, dejándolo correr.
“Ustedes dicen que estas cosas pueden poseerte y hacerte hacer cosas fuera de
lo normal, ¿verdad?”
Ahí hubo un silencio. Bonnie pensó, si nosotras lo dijimos, nunca lo dijimos
en frente de ti.
“Bueno, ¿y qué pasa si admito que Matt y yo no estábamos saliendo? Qué
pasa si digo que lo encontré manejando alrededor de nuestro vecindario cerca
de cinco millas la hora, solo pareciendo perdido. Su manga estaba hecha
pedazos y su brazo estaba todo cortado. Así que lo lleve dentro de mi casa e
intente vendar su brazo—pero repentinamente él se volvió loco. E intente
rasguñarlo, pero los vendajes estaban entorpeciendo mi camino. Yo se los
quite con rasguños. Yo incluso los tengo guardados todavía, todas cubiertas de
sangre. Si les dijera eso, ¿Qué dirían?”
Yo diría que nos estas usando como una huida simple antes de
decirle al Sheriff Mossberg, Bonnie pensó, congelada. Y yo diría que tienes razón, que probablemente puedas arreglarte bastante normal cuando
haces un esfuerzo. Si tan solo detuvieras esa risa infantil y te deshicieras de
esa imagen astuta, serias incluso más convincente.
Pero Meredith estaba hablando, “Caroline—ellos hacen exámenes de ADN
para la sangre.”
“¡Por supuesto que se eso!” Caroline parecía tan indignada que por un
momento ella olvido parecer astuta.
Meredith la estaba mirando. “Eso significa que ellos pueden decir si los
vendajes que tienes tienen la sangre de Matt en ellos o no,” ella dijo. “Y si
fluye en el patrón correcto para que coincida con tu historia.”
“No hay ninguna patrón. Los vendajes están empapados.” Abruptamente,
Caroline se paro en frente de un vestidor y lo abrió sacando una larga longitud
de lo que parecía haber sido originalmente vendaje atlético. Ahora se veía
rojizo en la débil luz.
Mirando el tejido rígido en la luz rubí, Bonnie supo dos cosas. Eso no era
parte del cataplasma que la Sra. Flowers había puesto en el brazo de Matt la
mañana después de que él había sido atacado. Y eso estaba empapado con
sangre genuina, directo desde el tejido rígido de la ropa.
El mundo parecía estar dando vueltas. Porque incluso aunque Bonnie creía en
Matt, esta nueva historia la asustaba. Esta nueva historia podría incluso
funcionar—siempre y cuando nadie encontrara a Matt y le hiciera exámenes a
su sangre.
Incluso Matt admitió que había momentos desconocidos esa noche…
momentos que él no podía recordar.
¡Pero eso no significaba que Caroline estaba diciendo la verdad! Porque si
fuera así, ¿Por qué empezaría con una mentira, y solo la cambiaria cuando los
hechos entorpecieron el camino?
Los ojos de Caroline eran del color de los de un gato. Los gatos
juegan con ratones, solo para entretenerse. Solo para verlos huir.
Matt había huido…
Bonnie sacudió su cabeza. De repente ella no podía soportar esta casa por más
tiempo. De alguna manera se había instalado en su mente, haciéndola aceptar
todos los ángulos imposibles de las paredes distorsionadas. Ella incluso se
había ido acostumbrando al horrible olor y a la luz roja. Pero ahora, con
Caroline sosteniendo un vendaje empapado en sangre y diciéndoles que era
Matt el que había sangrado por encima…
“Me voy a casa,” Bonnie anuncio repentinamente. “Y Matt no lo hizo, y— ¡y
nunca voy a regresar!” acompañada por el sonido de la risa de Caeoline, ella
se giro, tratando de no mirar el nido que Caroline había hecho debajo de su
escritorio esquinero. Ahí había botellas vacías y platos de comida mediovacios
apilados con las ropas. Cualquier cosa podría estar debajo de eso—
incluso un malach.
Pero mientras Bonnie se movía, el cuarto parecía moverse con ella, acelerando
su vuelta, hasta que ella había dado dos vueltas a su alrededor antes de que
pudiera poner un pie para detenerse a sí misma.
“Espera, Bonnie—espera, Caroline,” Meredith dijo, sonando casi frenética.
Caroline estaba doblando su cuerpo como una contorsionista, metiéndose de
nuevo debajo del escritorio. “Caroline, ¿y qué pasa con Tyler Smallwood?
¿No te importa que él es el verdadero padre de tus—tus niños? ¿Cuánto
tiempo estuviste saliendo con él antes de que se uniera con Klaus? ¿Dónde
está ahora?”
“Porrr todo lo que se está muerto. Tu y tuuus amigos lo mataron.” El gruñido
estaba de vuelta, pero no era vicioso. Era más como un ronroneo triunfal.
“Pero no lo extraño, así que espero que se quede muerto,” Caroline añadió,
con una risa burlona. “Él no se casaría conmigo.”
Bonnie tenía que escapar. Ella busco a tientas la manilla de la puerta, la
encontró, y quedo segada. Había pasado tanto tiempo en la penumbra rubí que
la luz del pasillo era como el sol del mediodía en el desierto.
“¡Apaaaga la lámpara!” Caroline grito desde debajo de su escritorio. Pero
mientras Meredith se movía para hacerlo, Bonnie escucho una explosión
sorpresivamente ruidosa y vio la pantalla con bombillo-rojo volverse oscura
ella misma
Y una cosa más.
La luz del pasillo se barrió fuera del cuarto de Caroline como un faro,
mientras la puerta se volvía a cerrar. Caroline ya estaba desgarrando algo con
sus dientes. Algo con la textura de carne, pero no carne cocinada.
Bonnie dio un tirón hacia atrás para correr y casi golpeó a la Sra. Forbes.
La mujer todavía estaba parada en el pasillo donde había estado cuando ellas
fueron al cuarto de Caroline. Ella ni siquiera parecía como si hubiera estado
escuchando por la puerta. Solo estaba parada, mirando a la nada.
“Tengo que mostrarles la salida,” ella dijo en su suave voz gris. No levanto su
cabeza para encontrar los ojos de Bonnie o los de Meredith. “De otro modo se
podrían perder. Yo lo hago.”
Era un tramo directo a las escaleras y luego hacia abajo y cuatro escalones a la
puerta frontal. Pero mientras caminaban, Meredith no dijo nada, y Bonnie no
podía.
Una vez afuera, Meredith se volteo para mirar a Bonnie.
“¿Y bien? ¿Ella esta mas poseída por el malach o por su parte de lobo? ¿O
puedes decir algo de su aura? ”
Bonnie se escucho a si misma reír, un sonido que era como un llanto.
“Meredith, su aura no es humana—y no sé qué hacer con eso. Y su madre no
parece tener un aura. Ellas solo—esa casa es solo—”
“Olvídalo, Bonnie. No tendrás que volver ahí mas nunca.”
“Es como…” pero Bonnie no sabía cómo explicar la apariencia de locura de
las paredes o la manera que las escaleras fueron hacia abajo en vez de hacia
arriba.
“Creo,” ella dijo finalmente, “que es mejor hacer mas investigación. En cosas
como—como posesión del tipo Americano.”
“¿Te refieres a ser poseída por demonios?” Meredith le disparo una mirada
sostenida.
“Si. Eso creo. Solo que no sé por dónde empezar a alistar lo que está mal con
ella.”
“Tengo unas pocas ideas que se me ocurrieron,” Meredith dijo tranquilamente.
“Como— ¿notaste que ella nunca nos mostro sus manos? Eso fue muy
extraño, yo creo.”
“Sé porque,” Bonnie susurro, intentando no dejar que la risa y el llanto
salieran. “Es porque—ella ya no tiene uñas.”
“¿Qué dijiste?”
“Ella puso sus manos alrededor de mi cintura. Pude sentirlas.”
“Bonnie, lo que dices no tiene sentido.”
Bonnie se hizo a si misma hablar. “Caroline tiene garras ahora, Meredith.
Garras reales. Como un lobo.”
“O tal vez,” Meredith dijo en un susurro, “como un zorro.”

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