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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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domingo, 4 de abril de 2010

EL RETORNO: ALMAS SOMBRIAS-- CAPITULO 3

El tiempo se detuvo. Elena se dio cuenta de que ella estaba
instintivamente buscando a tientas la mente del que estaba
besándola tan dulcemente. Ella nunca había apreciado realmente un
beso hasta que murió, se convirtió en un espíritu, y luego había
regresado a la tierra con un aura que revelaba los significados secretos de los
pensamientos, palabras e incluso mentes y almas de otras personas. Era como
si ella hubiera ganado un nuevo hermoso sentido. Cuando dos auras se
mezclaban tan profundamente como esto, dos almas estaban al descubierto
entre ellas.
Semi-consiente, Elena dejo que su aura se expandiera, y conociera esa mente
casi de una. Para su sorpresa, retrocedió de ella. Eso no era correcto. Ella se
manejo para capturarla antes de que pudiera retraerse hacia atrás como una
gran piedra dura, como un peñasco. Las únicas cosas que dejo fuera de la
roca—lo cual le recordaba a una foto de un meteorito que ella había visto, con
una agujereada, carbonizada superficie—fueron funciones del cerebro
rudimentarias, y un pequeño niño, anclado a la roca por ambas muñecas y
ambos tobillos.
Elena estaba en shock. Lo que sea que ella estaba viendo, ella sabía que solo
era una metáfora, y que ella no debería juzgar tan rápidamente lo que
significaba la metáfora. Las imágenes ante de ella eran realmente los símbolos
del alma desnuda de Damon, pero en una forma que su propia mente podría
entender e interpretar, si solo ella lo mirara desde la perspectiva
correcta.
Instintivamente, pensó, ella sabía que estaba viendo algo importante. Ella
había atravesado el deleite sin aliento y la dulzura vertiginosa de unir su alma
a la de alguien más. Y ahora, su inherente amor y preocupación la hicieron
intentar comunicarse.
“¿Tienes frio?” le pregunto al chico, cuyas cadenas eran lo suficientemente
largas para permitirle envolver su brazo apretadamente alrededor de sus
piernas estiradas hacia arriba. El estaba vestido en un harapiento negro.
Él asintió silenciosamente. Sus enormes ojos negros parecían tragar su cara.
“¿A dónde perteneces?” Elena dijo dudosamente, pensando en maneras de
hacer que el chico estuviera cálido. “¿No dentro de eso?” Ella hizo un gesto
hacia el gigantesco peñasco de piedra.
El chico asintió de nuevo. “Es cálido ahí, pero él ya no me deja entrar mas.”
“¿Él?” Elena siempre estaba pendiente de signos de Shinichi, ese malvado
espíritu zorro. “¿Cuál ‘él’ querido?” Ella ya se había arrodillado y tomado al
chico en sus brazos, y él estaba frio, frio como el hielo, y el hierro estaba
congelado.
“Damon,” el pequeño niño indigente susurro. Por primera vez los ojos del
niño dejaron su cara, para mirar con miedo alrededor de él.
“¿Damon hizo esto?” la voz de Elena empezó ruidosa y termino tan suave
como el susurro del niño, mientras el volteaba sus ojos suplicantes en ella y
desesperadamente le dio unas palmaditas en sus labios, como un gatito con
garras de terciopelo.
Todo esto son solo símbolos, Elena se recordó a sí misma. Es la
mente de Damon—su alma—lo que tú estás mirando.
“¿Pero lo es?” una parte analitica de ella se pregunto repentinamete. Acaso no
hubo—un tiempo antes, cuando tu hiciste esto con alguien—y viste un mundo
dentro de ello, lleno de paisajes lleno de amor y belleza de luz de luna, todo
eso simbolizando el normal, saludable trabajo de una ordinaria, extraordinaria
mente. Elena no podia recordar el nombre de la persona ahora, pero ella
recordaba la belleza. Ella sabia que su propia mente usaria esos simbolos para
presentarse a si misma a otra persona.
No, ella se dio cuenta abruptamente y difinitivament: ella no estaba viendo el
alma de Damon. El alma de Damon estaba en algun lugar dentro de esa
enorme, pesada bola de roca. El vive apretujado dentro de esa cosa repulsiva,
y el lo queria de ese modo. Todo lo que dejo afuera fue un recuerdo antiguo
de su niñez, un niño que habia sido desterrado del resto de su alma.
“Si Damon te puso aqui, entonces, ¿Quién eres tu?” Elena pregunto
lentamente, probando la teoria, mientras ella reparaba en los ojos negros sobre
negro del niño, y el cabello oscuro y las facciones que ella conocia incluso si
ellas eran tan jovenes.
“Yo soy—Damon,” el pequeño niño susurro, blanco alrededor de sus labios.
Tal vez incluso eso era doloroso, Elena penso. Ella no queria herir este
simbolo de la infancia de Damon. Ella queria que el sintiera la dulzura y
comodidad que ella estaba sintiendo. Si la mente de Damon habia sido como
una casa, ella habria querido hacer la limpieza, y llenar cada cuarto con flores
y luz de sol. Si hubiera sido un paisaje ella habria puesto un halo alrededor de
la luna llena blanca, o arcoiris en medio de las nubes. Pero en cambio se
presento a si mismo como un niño hambriento encadenado a una bola que
nadie podria romper, y ella queria confortar y tranquilizar al niño.
Ella acuno al pequeño niño, frotando sus brazos y piernas duro y lo acurruco
contra su cuerpo de espíritu.
Al principio él se sintió tenso y cauteloso en sus brazos. Pero después de un
poco de tiempo, cuando nada terrible paso como resultado de su
contacto, el se relajo y ella sintió su pequeño cuerpo volverse cálido y soñoliento y pesado en sus brazos. Ella misma sintió un aplastante
dulce sentido protector por la pequeña criatura.
En solo unos pocos minutos, el chico en sus brazos estaba dormido, y Elena
pensó que ahí estaba el menor fantasma de una sonrisa en sus labios. Ella
acurruco su pequeño cuerpo, sosteniéndolo gentilmente, sonriendo también.
Ella estaba pensando en alguien que la había sostenido cuando lloraba.
Alguien que era—era inolvidable, siempre inolvidable—pero que hacía que su
garganta picara con tristeza. Alguien tan importante—era desesperantemente
importante que ella lo recordara ahora, ahora—y que ella…ella tenía que…
que encontrar…
Y entonces repentinamente la noche pacifica en la mente de Damon se
dividió—por sonido, por luz, y por energías que incluso Elena, joven como
era en las maneras del Poder, sabía que habían sido encendidas por la memoria
de un solo nombre.
Stefan.
Oh, Dios, ella lo había olvidado—ella realmente, por unos pocos minutos se
permitió a si misma estar pintada en algo que significaba olvidarlo. La
angustia de todas esas solitarias horas en la noche tardía, sentada y vertiendo
su dolor y miedo en su diario—y entonces la paz y comodidad que Damon le
había ofrecido realmente la habían hecho olvidar a Stefan—olvidar lo que el
tal vez estaría sufriendo en este momento.
“¡No—no!” Elena estaba luchando sola en la oscuridad. “Déjame—tengo que
encontrar—no puedo creer que olvide—”
“Elena.” La voz de Damon estaba suave y calmada—o al menos sin
emociones. “Si sigues dando sacudidas así, vas a liberarte—y es un largo
camino hasta el piso.”
Elena abrió sus ojos, todos sus recuerdos de rocas y pequeños niños se fueron,
dispersándose como un diente de león de seda en cada dirección. Ella miro a
Damon acusadoramente.
“Tu—tu—”
“Si,” Damon dijo con serenidad. “Cúlpame a mí. ¿Por qué no? Pero yo no te
influencie, y yo no te mordí. Yo apenas te bese. Tus Poderes hicieron el resto;
ellos tal vez sean incontrolables, pero ellos son extremadamente irresistibles
también. Francamente, — yo nunca pretendí quedar atrapado tan
profundamente si me perdonas el juego de palabras.*”
Su voz era ligera, pero Elena tuvo una repentina visión interna de un niño
llorando, y ella se pregunto si él era en realidad tan diferente como parecía.
Pero esa es su especialidad, ¿no lo es? Ella pensó, repentinamente amarga. El
abandona sueños, fantasías, el placer que se queda en la mente de
sus…donantes. Elena sabía que las chicas y mujeres jóvenes que
Damon…cazaba… lo adoraban, su única queja era que el no las visitaba lo
suficientemente amenudeo.
“Entiendo” Elena le dijo mientras ellos iban a la deriva y más cerca del piso.
“Pero esto no puede pasar de nuevo. Solo hay una persona a la que puedo
besar, y esa es Stefan.”
Damon abrió su boca, pero justo entonces ahí estaba el sonido de una voz que
estaba tan furiosa y acusadora como Elena lo había estado, y a la cual no le
importaban las consecuencias.
Elena recordó a la otra persona que había olvidado.
“¡DAMON, TU BASTARDO, TRAELA HACIA ABAJO!”
Matt.
Elena y Damon llegaron girando, en una elegante parada, justo al
lado del Jaguar. Matt inmediatamente corrió hacia Elena y se la arrebato, examinándola como si ella hubiera estado en un accidente, con
particular atención a su cuello. Una vez más Elena estaba incómodamente
consiente de estar vestida en un camisón blanco de encaje en la presencia de
dos chicos.
“Estoy bien, honestamente,” ella le dijo a Matt. “Solo estoy un poquito
mareada. Estaré mejor en unos pocos minutos.”
Matt dejo salir un suspiro de alivio. Él tal vez no estaba todavía enamorado de
ella como lo había estado una vez, pero Elena sabia que él se preocupaba
profundamente por ella y que el siempre lo haría. El se preocupaba por ella
como su amiga la novia de Stefan, y también por sus propios meritos. Ella
sabía que él nunca olvidaría el tiempo en que ellos habían estado juntos.
Más que nada, él creía en ella. Así que ahora mismo, cuando ella prometió que
estaba bien, él le creyó. El estaba incluso dispuesto a darle a Damon una
mirada que no era completamente hostil.
Y luego los dos chicos se dirigieron hacia la puerta del asiento del conductor
del Jag.
“Oh, no,” Matt dijo. “Tu manejaste ayer— ¡y mira lo que paso! Tu mismo lo
dijiste— ¡Hay vampiros detrás de nosotros!”
“¿Estás diciendo que es mi culpa? Los vampiros están siguiendo esta
máquina-de-fuego-con-trabajo-de-pintura-rojo gigante y, ¿de alguna manera
es mi culpa?”
Matt simplemente lo miro testarudo: su mandíbula cerrada, su piel bronceada
enrojecida. “Estoy diciendo que deberíamos tomar turnos. Tu ya tuviste tu
turno.”
“No recuerdo que se halla dicho nada acerca de ‘tomar turnos.’” Damon se
manejo para darle a la palabra una inflexión que la hizo sonar
como alguna bastante malvada actividad. “Y si yo voy en un
carro, yo manejo el carro.”
Elena aclaro su garganta. Ninguno de ellos ni siquiera la notó.
“¡Yo no me voy a montar en un carro si tu estas manejando!” Matt dijo
furiosamente.
“¡Yo no me voy a montar en un carro si tu estas manejando!” Damon dijo
lacónicamente.
Elena aclaro su garganta más ruidosamente, y Matt finalmente recordó su
existencia.
“Bueno, Elena no puede estar esperando manejar con nosotros a donde sea
que estamos yendo.” El dijo, antes de que ella pudiera siquiera sugerir la
posibilidad. “Al menos que lleguemos ahí hoy,” el agrego, mirando a Damon
sostenidamente.
Damon sacudió su oscura cabeza. “No. Estoy tomando la vía escénica. Y
mientras menos personas sepan a donde vamos estaremos más seguros. No
pueden contarlo si no lo saben.”
Elena sintió como si alguien justo le hubiera tocado ligeramente los cabellos
en la parte de atrás de su cuello con un cubo de hielo. La manera en que
Damon dijo esas palabras…
“Pero ellos ya saben a dónde estamos yendo, ¿verdad?” ella pregunto,
sacudiéndose así misma de nuevo a lo práctico.
“Ellos saben que queremos rescatar a Stefan, y ellos saben donde esta Stefan.”
“Oh, sí. Ellos saben que estamos intentando llegar a la Dimensión Oscura.
¿Pero por cual puerta? ¿Y cuándo? Si podemos perderlos la única cosa de la
que tendremos que preocuparnos es Stefan y los guardianes de la prisión.”
Matt miro alrededor. “¿Cuántas puertas hay?”
“Miles. Donde sea que tres líneas de la ley crucen, hay potencial para una
puerta. Pero desde que los Europeos manejaron a los Nativo
Americanos fuera de sus hogares, la mayoría de las puertas no son usadas o mantenidas como eran en los viejos tiempos.” Damon se encogió de
hombros.
Pero Elena estaba estremeciéndose de nuevo con emoción, con ansiedad.
“¿Por qué no encontramos la puerta más cercana y vamos a través de ella,
entonces?”
“¿Viajar todo el camino hacia la prisión subterránea? Mira, tú no lo entiendes
del todo. Primero que nada, me necesitas a mi contigo para meterte dentro de
una puerta—e incluso entonces eso no va a ser placentero.”
“¿No va a ser placentero para quién? ¿Para nosotros o para ti?” Matt pregunto
tristemente.
Damon le dio una larga, mirada en blanco. “Si lo intentas por tu cuenta eso
sería breve y terminalmente no placentero para ti. Conmigo, debería ser
incomodo pero más que nada un asunto de rutina. Y en cuanto a cómo es
viajar por incluso unos pocos días hacia allá abajo—bueno, ustedes lo verán
por sí mismos, eventualmente.” Damon dijo, con una sonrisa extraña. “Y les
tomaría mucho, mucho más tiempo que ir por una puerta principal.”
“¿Por qué?” Matt demando—siempre listo para preguntar cosas de las que
Elena de verdad, de verdad no quería saber las respuestas.
“Porque o es una jungla, donde sanguijuelas de cinco-pies* lanzándose a ti
desde los arboles van a ser la última de tus preocupaciones o, un desierto,
donde un enemigo puede disparate—y todos son tus enemigos.”
Hubo una pausa mientras Elena pensaba con fuerza. Damon se veía serio.
Claramente, el realmente no quería hacerlo—y no muchas cosas molestaban a
Damon. A él le gustaba pelear. Más, si solo era una pérdida de tiempo…
“De acuerdo,” Elena dijo lentamente. “Seguiremos con tu plan.”
Inmediatamente, ambos chicos buscaron la manija en el lado de la
puerta del conductor de nuevo.
“Escuchen,” Elena dijo sin mirar a ninguno de ellos. “Yo voy a manejar mi
Jaguar hasta que lleguemos al próximo pueblo. Pero primero voy a entrar
dentro del carro y cambiarme a ropas de verdad y tal vez incluso dormir unos
pocos minutos. Matt seguro querrá encontrar un arrollo o algo donde el pueda
limpiarse. Y después iré al primer pueblo que sea el más cercano para un
desayuno tardío. Después de eso—”
“––las peleas pueden empezar de nuevo,” Damon termino por ella. “Tu haz
eso, querida. Te encontrare en cualquier cucharilla grasienta que hallas
elegido.”
Elena asintió. “¿Estás seguro de que serás capaz de encontrarnos? Yo estoy
tratando de sostener mi aura, realmente.”
“Escucha, una maquina-rojo-fuego de Jaguar en cualquier lugar de un pueblo
que se encuentre mas debajo de esta vía va a ser tan visible como un OVNI*,”
Damon dijo.
“Porque él solo no viene con…” la voz de Matt se apago. De alguna manera,
aunque era su queja más profunda contra Damon, el a menudo se manejaba
para olvidar que Damon es un vampiro.
“Así que tu vas a ir por ahí primero y después vas a encontrar a alguna chica
joven caminando hacia la escuela de verano,” Matt dijo, sus ojos azules
pareciendo más oscuros. “Y vas a arremeter contra ella y llevártela lejos
donde nadie pueda oír sus gritos y luego vas a halar su cabeza hacia atrás y
vas a hundir tus dientes en su garganta.”
Hubo una pausa bastante larga. Luego Damon dijo en un tono ligeramente
herido, “No lo hare.”
“Eso es lo que tú—gente—hace. Me lo hiciste a mí.”
Elena tuvo la necesidad de hacer una intervención realmente
drástica: la verdad. “Matt, Matt, no fue Damon quien hizo eso. Fue Shinichi. Tú lo sabes.” Ella gentilmente tomo a Matt por los antebrazos y lo
volteo hasta que el la estaba encarando.
Por un largo momento Matt no la miro. El tiempo se estiro y Elena empezó a
temer que él estaba más allá de su búsqueda. Pero entonces a lo ultimo el
levanto su cabeza para que ella pudiera verlo a los ojos.
“De acuerdo,” el dijo suavemente. “Voy a dejarlo pasar. Pero sabes que él se
va para beber sangre humana.”
“¡De un donante dispuesto!”Damon, quien tenía muy buena audición, disparo.
Matt exploto de nuevo. “¡Porque tú haces que estén dispuestos! Tú los
hipnotizas—”
“No, no lo hago.”
“—o los ‘influencias’, o lo que sea. Como te gustaría—”
Detrás de la espalda de Matt, Elena estaba haciendo señales de ‘vete lejos’
furiosamente a Damon, como si ella estuviera espantando una manada de
pollos. Al principio Damon solo le levanto una ceja, pero después el se
encogió de hombros elegantemente y obedeció, su figura haciéndose borrosa
mientras el tomaba la forma de un cuervo y rápidamente se volvió un punto el
sol saliente.
“¿Crees,” Elena dijo calladamente, “que podrías deshacerte de tu estaca? Eso
solo va a hacer que Damon se vuelva completamente paranoico.”
Matt miro a todos lados menos a ella y luego finalmente asintió. “La botare
cuando valla bajo la colina a limpiarme,” el dijo mirando a sus lodosas piernas
tristemente.
“De todos modos,” el agrego. “tu metete en el carro e intenta dormir un poco.
Luces como si lo necesitaras.”
“Despiértame en un par de horas,” Elena dijo—sin saber que esta
iba a ser la primera idea en la que en un par de horas se iba a
lamentar más de lo podría decir.

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