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para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


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martes, 2 de febrero de 2010

FURIA-- CRONICAS VAMPIRICAS-- CAPITULO 10

Lunes, 12 de diciembre, por la mañana Querido diario:
Así pues, tras una semana de trabajo, ¿Qué hemos conseguido?
Bueno, entre todos nos las hemos arreglado para seguir a nuestros
sospechosos casi continuamente durante los últimos seis o siete días.
Resultados: informes sobre los movimientos de Robert durante la
última semana, que pasó actuando coma cualquier hombre de
negocios corriente. Informes, sobre Alaric, que no ha estado haciendo
nada que no sea normal en un profesor de historia. Informes sobre la
señora Flowers, quien al parecer, pasa la mayor parte del tiempo ere el
sótano Pero en realidad no hemos averiguado nada.
Stefan dice que Alaric se reunió con el director de la escuela un par
de veces, pero no pudo acercarse lo suficiente para oír de qué
hablaban.
Meredith y Bonnie extendieron la información de que otras
mascotas, además de los perros eran peligrosas. No tuvieron que
esforzarse mucho; parece como si todo el mundo en la ciudad
estuviera ya al borde de la histeria. Desde entonces se han denunciado
varios ataques más de animales, pero es difícil saber cuáles tomar en
serio. Unos niños molestaban a una ardilla, y esta los mordió. El conejo
mascota de los Masases araño al más pequeño de sus hijos. La vieja
señora Coombers vio víboras cobrizas en su patio, cuando todas las
serpientes deberían estar hibernando.
El único del que estoy segura es del ataque al veterinario que
mantenía a los perros en cuarentena. Un grupo de ellos lo mordió, y la
mayoría escapo de los recintos donde estaban encerrados. Después de
eso, simplemente desaparecieron. La gente dice que adiós y buen viaje
y esperan que se mueran de hambre en el bosque, pero yo tengo mis
dudas.
Y no ha parado de nevar, no ha sido una nevada fuerte, pero
tampoco ha parado. Nunca he visto tanta nieve.
A Stefan le preocupa el baile de mañana por la noche.
Lo que nos lleva de vuelta a: ¿Qué hemos averiguado hasta ahora?
¿Qué sabemos? Ninguno de nuestros sospechosos estuvo cerca de la
casa de Massases o de la casa de la señora Coomber o de la casa del
veterinario cuando sucedieron los ataques. No estábamos más cerca
de encontrar al otro poder de lo que estábamos al empezar.
La pequeña reunión de Alaric es esta noche. Meredith cree que
deberíamos asistir. No sé qué otra cosa se puede hacer.
Damon estiro las largas piernas y hablo con languidez, paseando la
mirada por el granero.
--No, no creo que sea particularmente peligroso. Pero no veo que
esperas conseguir.
--Tampoco yo lo sé exactamente –admitió Elena--. Pero no tengo
ideas mejores. ¿Las tienes tú?
--¿Cómo? ¿Te refieres a otros modos de pasar el rato? Sí, yo los
tengo. ¿Quieres que te hable de ellas?
Elena le hizo callar con un ademan, y él abandonó el tema.
-Me refiero a cosas útiles que podarnos hacer llegados a este punto.
Robert está fuera de la ciudad, la señora Flowers esta abajo...
-En el sótano-dijeron a coro varias voces.
-Y nosotros nos limitarnos a estar aquí sentados. ¿Alguien tiene una
idea mejor?
Meredith rompió el silencio.
-Si estáis preocupados porque puede ser peligroso para mí y
Bonnie, ¿por qué no venís todos? No quiero decir que tengáis que
dejaros ver. Podríais venir y ocultaos en el desván. Entonces si algo
sucediera, podríamos chillar pidiendo ayuda y nos oiríais.
No veo por qué va a tener que chillar nadie -dijo Bonnie--, allí no
va a suceder nada
-Bueno quizá no, pero no está de más asegurarse -indico
Meredith--. ¿Qué os parece?
Elena asintió despacio.
Tiene sentido.
Miró en derredor en busca de objeciones, pero Stefan se limitó a
encogerse de hombros, y Darnon murmuró algo que hizo reír a Bonnie.
-De acuerdo, entonces está decidido. Vayamos.
La inevitable nieve les recibió al abandonar el granero.
--Bonnie y yo podemos ir en mi coche -dijo Meredith-. Y vosotros
tres...
--Tranquila, ya nos las apañaremos –respondió Damon con su sonrisa
lobuna.
Meredith asintió, sin mostrarse impresionada. Era curioso, se dijo
Elena mientras las otras dos chicas se alejaban; Meredith jamás
parecía sentirse impresionada por Damon. El encano del joven parecía
no tener efecto en ella.
Estaba a punto de mencionar que tenía hambre cuando Stefan se
volvió hacia Damon.
-¿Estás dispuesto a quedarte con Elena todo el tiempo que estéis
allí? ¿Cada minuto? -preguntó.
-Intenta impedírmelo -respondió Damon en tono divertido. Luego
hizo desaparecer la sonrisa-. ¿Por qué?
Porque si lo estás, los dos podéis ir hacia allí solos, y yo me reuniré
con vosotros más tarde. Tengo que hacer algo, pero no me llevará
mucho rato.
-¿Qué es?
-Recibí una nota de Caroline hoy. Preguntaba si podía reunirme con
ella en la escuela antes de la fiesta en casa de Alaric. Decía que quería
disculparse.
Elena abrió la boca para soltar un comentario hiriente, y luego la
volvió a cerrar. Por lo que había oído, Caroline estaba hecha una
lástima últimamente. Y quizá hablar con ella haría que Stetan se
sintiera mejor.
-Bueno, tú sí que no tienes nada de lo que disculparte -le dijo-. Todo
lo que le sucedió fue culpa suya. ¿No la consideras peligrosa?
-No; de todos modos aún me queda algo de mis poderes. Ella no es
mala chica. Me reuniré con ella, y los dos podemos ir juntos a casa de
Alaric.
-Ten cuidado-dijo mientras echaba a correr por la nieve.
El desván estaba tal y como lo recordaba, oscuro y polvoriento y
lleno de misteriosas formas cubiertas con hules. Damon, que había
entrado de un modo más convencional, por la puerta principal, había
tenido que quitar los postigos para permitirle entrar por la ventana.
Después de eso se sentaron uno junto al otro sobre el viejo colchón y
escucharon las voces que, ascendian por los conductos.
-Se me podrían ocurrir marcos más románticos -murmuró Damon,
quitándose melindrosamente una telaraña de la manga-. ¿Estás segura
de que no preferirías...?
- Sí -respondió Elena-. Ahora calla.
Era como un Juego, escuchar los retazos de conversaciones intentar
recomponerlas, intentar poner a cada voz el rostro correspondiente.
-Y luego dije: no me importa cuanto tiempo hace que tienes el
periquito; desaste de él o iré al Baile de la Nieve con Mike Peldman. Y
él dijo-.
-... corre el rumor de que volvieron a abrir la tumba del señor Tanner
anoche...
-... ¿te enteraste de que todo el mundo excepto Caroline se ha
borrado del concurso para elegir a la reina de la nieve? ¿No crees
que..?
... muerta, pero te aseguro que la vi. Y no, no estaba soñando;
llevaba una especie de vestido plateado y los cabellos eran totalmente
dorados y se agitaban en el viento...
Elena miró a Damon enarcando las cejas, luego bajó la mirada
significativamente hacia su cómoda y práctica vestimenta negra. El
sonrió burlón.
-Romanticismo-dijo-. A mí, personalmente, me gustas de negro.
-Bueno, es comprensible que te guste así, ¿no es cierto? -murmuró
ella.
Era extraño lo mucho más cómoda que se sentía junto a Damon
últimamente. Permaneció sentada en silencio, dejando que las
conversaciones flotaran a su alrededor, perdiendo casi el sentido del
tiempo. Luego captó una voz familiar, enojada y más cercana que el
resto.
De acuerdo, de acuerdo, ya voy. De acuerdo.
Elena y Damon intercambiaran una mirada y se pusieron, en pie
mientras el pomo de la puerta del desván giraba. Bonnie asomó la
cabeza por el borde de la puerta.
--Meredith me dijo que subiera aquí arriba. No sé el motivo Está
monopolizando a Alaric y la fiesta es un desastre. ¡Achis!
Se sentó sobre el colchón, y al cabo de unos pocos minutos Elena
volvió a sentarse junto a ella. Empezaba a desear que llegara Stefan
Para cuando la puerta volvió a abrirse y entró Meredith, estaba segura
de desearlo.
-Meredith, ¿qué pasa?
--Nada, o al menos nada de lo que preocuparse. ¿Dónde está
Stetan?
Las mejillas de la muchacha estaban insólitamente sonrojadas, y
lucía una expresión curiosa en los ojos, como si mantuviera algo
firmemente bajo control.
-Vendrá más tarde... -empezó Elena, pero Damon la interrumpió:
-No importa dónde esté. ¿Quién está subiendo por la escalera?
-¡Qué quieres decir con «quién está subiendo por la escalera»?
-inquirió Bonnie, alzándose.
---Que todo el mundo permanezca en calma -dijo Meredith,
apostándose frente a la ventana como custodiándola; no parecía
demasiado calmada precisamente, se dijo Elena-. Ya puedes -dijo en
voz más alta, y la puerta se abrió y Alaric Saltzman entró en la
habitación.
El movimiento de Damon fue tan grácil que ni siquiera los ojos de
Elena pudieron seguirlo; con un gesto asió la muñeca de Elena y la
colocó detrás de él, a la vez que iba a situarse directamente ante
Alaric. Finalizó acuclillándose como un depredador,, cada músculo
tenso y listo para el ataque.
-¡No lo hagas! -exclamó violentamente Bonnie.
La muchacha se abalanzó sobre Alaric, que ya había empezado a
retroceder un poco ante Damon. El profesor casi perdió equilibrio y
tanteó a su espalda en busca de la puerta. La otra mano buscaba a
tientas en el cinturón.
-¡Basta ya! ¡Basta ya! -gritó Meredith.
Elena vio la Forma bajo la americana de Alaric y comprendio era una
pistola.
De nuevo, no consiguió seguir del todo lo que sucedió a
continuación, Damon le soltó la muñeca y asio la de Alaric. Y a
continuación Alaric estaba sentado en el suelo, con una expresión
aturdida, y Damon extraía los cartuchos del arma, uno, a uno.
Te dije que era una estupidez y que no la necesitarías dijo Meredith.
Elena reparó en que ella misma sujetaba a la morena muchacha por
los brazos. Sin duda debió de hacerlo para impedir que Meredith
interfiriera con Danuon, pero no lo recordaba.
-Estas cositas con punta de madera son desagradables; podrían herir
a alguien -dijo Damon, en un leve tono de censura; volvió a colocar
uno de los cartuchos e insertó otra vez el cargador con un chasquido,
apuntando pensativamente a Alaric.
-Basta ya -ordenó Meredith con vehemencia, y volvió la cabeza hacia
Elena-. haz que pare, Elena; no hace más que empeorarlo. Alaric no os
hará daño; lo prometo. Me he pasado toda la semana convenciéndole
de que vosotros no le haríais, daño
-Y ahora me parece que tengo la muñeca rota -dijo Alaric, la voz
bastante calmada; los cabellos un tanto rojizos le caían al frente sobre
los ojos.
-No puedes culpar a nadie más que a ti mismo-replico Meredith con
amargura.
Bonnie, que había estado aferrando, solícita, tos hombros de Alaric,
alzó los ojos ante la familiaridad del tono de su amiga, y luego
retrocedió unos cuantos pasos y se sentó.
-No sabéis las ganas que tengo de oír una explicacion todo estodijo,
-Por favor, confía en mi le pidió Meredith a Elena.
Elena miró al interior de los oscuros ojos- Realmente confiaba en
Meredith; así lo habia dicho, Y las palabras despertaron otro recuerdo,
su propia voz pidiendo a Stefan confianza, Asintió_
--¿Damon? -dijo.
Este arrojó el arma a un lado con toda tranquilidad y luego: sonrió a
todos ellos, dejando bien claro quo no tenía necesidad de tales armas
artificiales,
-Ahora, si todo el mundo simplemente se limita a escuchar, todos
comprendereis -declaró Meredith.
-Ah, estoy totalmente segura -replicó Bonnie.
Elena se acercó a Alaric Saltzman. No le temía, pero por el modo en
que él la miro solamente a ella, despacio, empezando por los pies y
luego ascendiendo, él si le tenía miedo a ella.
La muchacha se detuvo cuando estuvo a un metro del lugar en el
que el profesor estaba sentado en el suelo y se arrodilló allí, mirándole
a la cara.
-Hola –saludó
El seguía sujetándose la muñeca.
-Hola -respondió, y tragó saliva.
Elena echó una rápida mirada atrás a Meredith y luego volvió a mirar
a Alaric. Sí, estaba asustado. Y con el cabello en los ojos de aquel
modo, parecía joven. Puede que tuviera cuatro años más que Elena,
quizá cinco. No más que eso.
-No vamos a hacerte daño -dijo.
- Eso es lo que le he estado diciendo-indicó Meredith en voz baja-. Le
expliqué que lo que sea que haya visto antes, cualesquiera que sean
las historias que haya oído, vosotros sois ,distintos. Le conté lo que me
contaste sobre Stefan, el modo en que ha estado luchando contra su
naturaleza todos esos años. Le conté por lo que has pasado, Elena, y
que jamás buscaste acabar así.
«Pero ¿por qué le contaste tantas cosas?», pensó Elena, y a Alaric le
dijo:
- De acuerdo, sabes cosas sobre nosotros. Pero todo lo que nosotros
sabemos sobre ti es que no eres un profesor de historia.
- Es un cazador -indicó Damon con suavidad, amenazador-, Un
cazador de vampiros
- No -replicó Alaric-. O al menos no en el sentido que le das tú.
-Pareció tomar una decisión-. De acuerdo. Por lo que sé de vosotros
tres... -Se interrumpió, paseando la mirada por la oscura habitación
como si de improviso reparara en algo. ¿Dónde está Stefan?
-Viene de camino. De hecho, ya debería estar aquí a estas horas. Iba
a pasar por la escuela y traer a Carolina Elena, que no estaba
preparada para la reacción de Alaric.
- ¿Caroline Parbes? -inquirió el abruptamente, sentándose muy
tieso.
La voz sonó igual que cuando ella le había oído hablar con el doctor
Feinberg y el director, cortante y enérgica.
-Sí; le envió una nota hoy. Decía que quería disculparse, o algo así.
Quería reunirse con él en la escuela antes de la fiesta
-No puede ir. Tenéis que detenerle. -Alaric se puso en pie
apresuradamente y repitió apremiante: Tenéis que detenerle.
-Ya ha ido. ¿Por qué? ¿Por qué no debería ir? -quiso saber Elena.
-Porque hipnoticé a Caroline hace dos días. Lo había intentado antes
con Tyler, sin éxito. Pero Caroline es un buen sujeto, y recordó un poco
de lo sucedido en el cobertizo. Identificó a Stefan Salvatore como el
atacante.
El conmocionado silencio duró sólo una fracción de segundo. Luego
Bonnie dijo
-Pero ¿qué puede hacer Caroline? No puede hacerle daño...
-¿No lo comprendéis? Ya no tratáis con estudiantes de escuela
secundaria -dijo Alaric. Ha ido demasiado lejos. El padre de Caroline lo
sabe, y el padre de' Y Tyler. Están preocupados por la seguridad de la
ciudad...
-¡Chist! ¡Quédate: callado!
Elena buscaba por todas partes mentalmente, intentaba detectar
algún atisbo de la presencia de Stefan. «Se ha dejado debilitar», pensó
la parte de ella que mantenía una calma glacial en medio del torbellino
de miedo y pánico. Por fin percibió algo, sólo un leve indicio, pero le
pareció que era Stefan. Y estaba en apuros.
-Algo va mal -confirmó Damon, y ella comprendió que también debía
de haber estado buscando, con una mente mucho más poderosa que
la de ella- Vamos.
-Aguardad, hablemos primero. No os metáis en esto por las buenas.
Pero Alaric podría haberle hablado al viento, intentando riterar su
poder destructor con palabras. Damon estaba ya en la ventana, y al
cabo de un instante la misma Elena se dejaba caer desde ella,
aterrizando limpiamente junto a Damon en la nieve. La voz de Alaric
los siguió desde arriba.
Nosotros también vamos. Esperadnos allí. Dejadme hablaron ellos
primero. Puedo ocuparme de ello...
Elena apenas le oyó. Su mente bullía con un único propósito, un
pensamiento: hacer daño a las personas que querían hacer daño a
Stefan. <
> Por su
mente pasaron imágenes fugaces, con demasiada rapidez para
contarlas, de lo que les haría. En cualquier otro momento se habría
sentido conmocionada por el torrente de adrenalina, de excitación, que
fluía ante aquellos pensamientos.
Podía percibir la mente de Damon junto a ella mientras corrían a
toda velocidad por la nieve; era como una llamarada de luz roja y furia.
La ferocidad que había dentro de Elena la recibió de buen grado,
contento de sentirla tan cerca. Pero entonces se le acorrió otra cosa.
--Voy a aminorar el paso --dijo.
No podía decirse que estuviera sin aliento, ni siquiera por correr
sobre nieve virgen, e iban a una gran velocidad. Pero nada sobre dos
piernas, o incluso sobre cuatro, podía igualar la velocidad de las alas
de una ave.
Sigue -dijo Llega allí tan rápido corno puedas. Me reunire contigo.
No se quedó para contemplar cómo el aire se desdibujaba y se
estremecía, ni el modo en que la oscuridad se arremolinaba hasta
acabar convertida en una ráfaga de alas que batían el aire. Pero sí
echó una oleada a lo alto para contemplar el cuervo que se elevaba
hacia las alturas y oyó la voz mental de Damon.
<
> ,dijo, y la alada figura negra marchó comiso una
flecha hacia la escuela.
<
> fue el pensamiento que Elena envió tras él, y lo
decía en serio. Redobló la velocidad, con la mente fija todo el tiempo
en aquel destello de la presencia de Stefan.
Stefan yacía sobre la espalda, deseando que su visión no fuera tan
borrosa o que tuviera algo más que un control vacilante sobre la
conciencia. La visión borrosa se debía en parte al dolor y en parte a la
nieve, pero también había un hilillo de sangre procedente de la herida
de siete centímetros en su cuero cabelludo.
Desde luego, había sido un estúpido al no echar un vistazo
alrededor de la escuela; de haberlo hecho habría visto los coches con
las luces apagadas aparcados en el otro lado. Para empezar, había sido
un estúpido al acudir allí. Y ahora iba a pagar por aquella estupidez.
Si al menos fuera capaz de concentrarse lo suficiente para pedir
ayuda... Pero la debilidad que había permitido que esos hombres
pudieran con él con tanta facilidad también lo impedía. Apenas se
había alimentado desde la noche de su ataque a Tyler. En cierto modo,
eso mismo resultaba irónico. Su propio, sentimiento de culpa era
responsable del lío en el que se encontraba.
Jamás debería haber intentado cambiar mi naturaleza –pensó--.
Damon estaba él lo cierto después de todo. Todo el mundo es igual:
Alaric, Carolina todo el mundo. Todo el mundo te traicionará. Debería
haberlos cazado y disfrutado con ello.
Esperó que Damon cuidara de Elena. La muchacha estaría a salvo
con él; Damon era fuerte e implacable. Damon la enseñaría a
sobrevivir. Eso le alegró.
Pero algo en su interior lloraba.
Los agudos ojos del cuervo distinguieron los haces cruzados de los
faros en el suelo, y el ave descendió en picado. Pero Damon no
necesitaba la confirmación visual; se guiaba por el tenue latido de lo
que era la fuerza vital de Stefan. Tenue porque Stefan estaba débil y
porque casi se había dado por vencido.
«Nunca aprendes, ¿verdad, hermano? le dijo Damon mentalmente-.
Debería dejarte ahí donde estás» Pero ya incluso, mientras pasaba
sobre el suelo en vuelo rasante su forma cambiaba, adoptando un
aspecto que haría más daño que el de un cuervo.
El lobo negro saltó al interior del puñado de hombres que rodeaban
a Stefan, dirigiéndose con precisión hacía el que sostenía el afilado
cilindro de madera sobre el pecho de Stefan. La fuerza del golpe lanzó
al hombre unos tres metros atrás, y la estaca resbaló sobre la hierba.
Damon contuvo el impulso -mucho más fuerte porque encajaba con la
apariencia que había adoptado- de cerrar los dientes sobre la garganta
del hombre. Giro en redondo y regresó a por los otros hombres que
seguían en pie.
Le segunda acometida los desperdigó, pero uno de ellos alcanzó el
límite de la luz y se dio la vuelta, alzando algo a la altura del hombro.
«Un rifle, pensó Damon. Y probablemente cargado con las mismas
balas tratadas especialmente que había en la pistola de Alaric. No
había modo de alcanzar al hombre antes de que disparara. El lobo
gruñó y se agazapó para efectuar un salto de todos modos. El rostro
rollizo del hombre se arrugó en una sonrisa.
Veloz como el ataque de una serpiente, una mano blanca surgió de
la oscuridad y le arrancó el rifle. El hombre miró frenéticamente a su
alrededor, perplejo, y el lobo dejó que las, mandíbulas se abrieran en
una sonrisa burlona. Elena había llegado.

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