Descripcion

para todos aquellos fanaticos de las historias de ficcion y los vampiros en este blog publicare los libros de la exitosa saga que a arrasado por EEUU cronicas vampiricas (de la serie vampires diarie)...


Para comunicarte con nosotros escríbenos a:
thevampires_diaries.venezuela@hotmail.com

AFILIAME

Create your own banner at mybannermaker.com!

martes, 2 de febrero de 2010

FURIA-- CRONICAS VAMPIRICAS-- CAPITULO 2

La voz de Stefan era tranquilamente salvaje. “Eso era lo que querías,
¿No es así, Damon? Y ahora lo tienes. Tenías que volverla como
nosotros, como tu. No fue suficiente sólo con matarla.”
Damon no apartó la vista de él. Estaba mirando a Elena
intensamente a través de esos ojos encapuchados, aún en rodillas
aferrándose a su barbilla. “Es la tercera vez que dices eso, y estoy
empezando a cansarme de ello.” Comentó levemente. Despeinado,
con poco aliento, aun así se encontraba consciente, en control. “Elena,
¿Acaso yo te maté?”
“Por supuesto que no,” dijo Elena, entrelazando sus dedos en
aquellos de su mano libre. Empezaba a impacientarse. De todos
modos, ¿De qué estaban hablando? Nadie había sido asesinado.
“Nunca pensé que fueras un mentiroso,” le dijo Stefan a Damon, la
amargura de su voz no cambió. “Pensé en casi todo lo demás, pero no
en esto. Nunca escuché antes que trataras de cubrirte por ti mismo.”
“En un minuto más,” dijo Damon, “Voy a perder mi temperamento.”
¿Qué mas puedes tratar de hacerme? Le dijo Stefan en contestación.
Matarme sería una misericordia.
“Se acabó mi misericordia hace un siglo,” dijo Damon en voz alta.
Finalmente, soltó la barbilla de Elena. “¿Qué recuerdas de hoy?” le
preguntó a ella.
Elena habló cansadamente, como un niño recitando una lección
odiada. “Hoy fue el Día de Celebración de los Fundadores.”
Flexionando sus dedos en él, ella miró a Damon. Era lo más que pudo
recordar por sí misma, pero no era suficiente. Con esfuerzo, trató de
recordar algo más.
“Había alguien en la cafetería… Caroline.” Ella le ofreció el nombre a
él, complacida. “Ella iba a leer mi diario en frente de todos, y eso era
malo porque…” Elena se fundió con sus memorias y se perdió. “No
recuerdo por qué, pero la engañamos.” Ella le sonrió a él
calurosamente, conspiracionalmente.
“Oh, ¿Lo ‘hicimos’, no es así?”
“Si. Lo tomaste de ella. Lo hiciste por mí.” Los dedos de su mano
libre se deslizaron bajo su chaqueta, buscando la dura esquina
cuadrada de su pequeño libro. “Porque me amas,” dijo ella,
encontrándolo y rascándolo tímidamente. “Tu me amas, ¿No es así?”
Hubo un sonido tenue del centro del claro. Elena volteó y vio que
Stefan había volteado su rostro.
“Elena, ¿Qué pasó después?” La voz de Damon la llamó de regreso.
“¿Después? Después la Tía Judih empezó a discutir conmigo.” Elena
remarcó esto por un momento y finalmente se encogió en hombros.
“Acerca de… algo. Me enojé. Ella no es mi madre. Ella no puede
decirme que hacer.”
La voz de Damon era seca. “No creo que eso vaya a ser un problema
ahora. ¿Qué más?”
Elena suspiró pesadamente. “Después fui por el auto de Matt.” Ella
mencionó el nombre reflexivamente, parpadeando su lengua sobre su
diente canino. En los ojos de su mente, ella vio una cara apuesta,
cabello rubio, hombros fornidos. “Matt.”
“¿Y a donde fuiste con el auto de Matt?”
“Al puente Wickery,” dijo Stefan, volteando hacia ellos. Sus ojos eran
desolados.
“No, no a las pensiones,” corrigió Elena, irritada. “A esperar por…
mm… lo olvidé. De todos modos, esperé ahí. Entonces… entonces la
tormenta comenzó. Viento, lluvia, todo eso. No me gustaba. Me metí
en el auto. Pero algo vino tras de mí.”
“Alguien vino tras de ti,” dijo Stefan, mirando a Damon.
“Algo,” insistió Elena. Ella tuvo suficiente de sus interrupciones.
“Vamos hacia otro lado, solo nosotros,” le dijo a Damon, arrodillándose
de tal manera que su rostro estuviera cerca del suyo.
“En un minuto,” dijo él. “¿Qué clase de cosa fue hacia ti?”
Ella retrocedía, exasperada. “¡No se que tipo de cosa! Era algo que
nunca había visto. No como tu o Stefan. Era…” Las imágenes se
despedazaron a través de su mente. Niebla fluyendo a través del
suelo. El viento chillando. Una forma, blanca, enorme, observándola
como si estuviera hecho de la misma neblina. Postrándose sobre ella
como una nube dirigida por el viento.
“Tal vez sólo era parte de la tormenta,” dijo ella. “Pero pensé que
quería lastimarme. Me alejé de ese lugar.” Jugueteando con el zipper
de la chaqueta de cuero de Damon, ella sonrió secretamente y lo miró
a través de sus azotes.
Por primera vez, la cara de Damon mostró emociones. Sus labios se
retorcieron en una mueca. “Te fuiste.”
“Si. Recuerdo que… alguien… me dijo algo acerca de de agua
corriendo. Cosas malvadas no pueden cruzarla. Así que conduje hacia
Drowning Creek, a través del puente. Y entonces…” Ella dudó,
frunciendo el ceño, tratando de encontrar un sólido recuerdo en la
nueva confusión. Agua, ella recordaba el agua. Y alguien gritando. Pero
nada más. “Entonces lo crucé,” ella concluyó al fin, brillantemente.
“Debí de haberlo hecho, porque estoy aquí. Y eso es todo. ¿Podemos
irnos ahora?”
Damon no le respondió.
“El auto sigue en el río,” dijo Stefan. El y Damon se miraron entre
ellos como dos adultos teniendo una discusión sobre la cabeza de un
incomprendido niño, sus hostilidades se suspendieron por un
momento. Elena sintió aumentar sus molestias. Ella abrió la boca, pero
Stefan continuó. “Bonnie, Meredith y yo lo encontramos. Fui bajo el
agua y lo ví, pero para entonces…”
¿Para entonces, que? Elena continuó.
Los labios de Damon se curvaron simuladamente. “¿Y te rendiste
hacia ella? Tu, de todas las personas, debiste haber pensado en lo que
pasaría. ¿O la idea era tan repugnante para ti que ni siquiera la
consideraste? ¿Hubieras preferido que ella estuviera realmente
muerta?”
“¡No tenía pulso, ni respiración!” gritó Stefan. “¡Y ella nunca tuvo
suficiente sangre para cambiarla!” Sus ojos se endurecieron. “No de mí
de todos modos.”
Elena abrió su boca de nuevo, pero Damon posó dos dedos en ella
para mantenerla callada. El dijo sin problemas, “Y ese es el problema
ahora- ¿O eres tan ciego para ver eso ahora, también? Me dijiste que
viera por ella; vela ahora por ti mismo. Está en shock, irracional. Oh, sí,
incluso yo lo admito.” Se detuvo para mostrar una sonrisa ciega antes
de continuar. “Es más que la confusión normal después del cambio.
Ella necesita sangre, sangre humana, o su cuerpo no tendrá la fuerza
para terminar el cambio. Ella morirá.”
¿A qué te refieres con irracional? Elena pensó indignada. “Estoy
bien,” dijo ella alrededor de los dedos de Damon. “Estoy cansada, eso
es todo. Iba a ir a dormir cuando los oí a ustedes dos peleando, y vine
para ayudarte. Entonces tu ni siquiera me hubieras dejado matarte,”
ella terminó, disgustada.
“Si, ¿Por qué no lo hiciste?” Dijo Stefan. Estaba mirando a Damon
como si pudiera crear hoyos a través de él con sus ojos. Cualquier
rastro de cooperación de su parte se había desvanecido. “Hubiera sido
lo más fácil de realizar.”
Damon se postró detrás de él, de manera repentina y furiosa, su
propia animosidad fluyendo para encontrarse con la de Stefan.
Respiraba rápida y ligeramente. “Tal vez no me gusten las cosas
fáciles,” el siseó. Entonces él pareció ganar control de sí mismo una
vez más. Sus labios se curvearon en enojo, y agregó, “Ponlo de esta
manera, mi querido hermano: Si alguien va a tener la satisfacción de
matarte, ese seré yo. Nadie más. Planeo terminar el trabajo por mí
mismo. Y es algo en lo que soy muy bueno, te lo prometo.”
“Nos lo has mostrado ya,” dijo Stefan calladamente, como si cada
palabra lo enfermara.
“Pero esta,” dijo Damon, volteando hacia Elena con ojos brillantes,
“Yo no la maté, ¿Por qué debería de? Pude haberla cambiado en
cualquier momento que me pareciera.”
“Tal vez porque ella se acaba de comprometer en matrimonio con
alguien mas.”
Damon levantó la mano de Elena, todavía enrollada con la suya. En
el tercer dedo un anillo de oro brilló, colocado con una profunda piedra
azul. Elena lo observó, recordando vagamente haberlo visto antes.
Entonces se encogió de hombros y se inclinó hacia Damon
cansadamente.
“Bueno, ahora,” dijo Damon, mirando debajo de ella, “eso no parece
ser un problema, ¿No es así? Pienso que ella debería estar agradecida
de olvidarte.” El miró a Stefan con una desagradable sonrisa. “Pero lo
encontraremos una vez que ella gane conciencia de sí misma.
Podemos preguntarle entonces a cual de los dos elegirá. ¿De
acuerdo?”
Stefan sacudió su cabeza. “¿Cómo es posible que sugieras eso?
Después de lo que pasó…” Su voz se cortó.
“¿Con Katherine? Puedo decirlo, si tu no puedes. Katherine hizo una
decisión tonta, y ella pagó el precio por ello. Elena es diferente; ella
conoce su propia mente. Pero eso no importa si estás de acuerdo,”
agregó, ignorando la nueva propuesta de Stefan. “El hecho es que ella
es débil ahora, y necesita sangre. Voy a procurar que la obtenga, y
entonces buscaré a quien le hizo esto. Puedes venir o no, como
gustes.”
Se levantó, llevándose a Elena con él. Vámonos.
Elena fue voluntariamente, agradecida de poder moverse. Los
bosques estaban interesantes esa noche; nunca lo notó antes. Los
búhos mandaban sus tristes y aterradores llantos a través de los
árboles, y los ratones ciervo se escondían lejos de sus pies. El aire se
encontraba frío en parches, como si congelara primero en los huecos y
profundo en los bosques. Encontró que era fácil moverse
silenciosamente al lado de Damon a través de las hojas secas; era sólo
cuestión de ser cuidadoso de donde pisar. No miró hacia atrás para ver
si Stefan los estaba siguiendo.
Reconoció el lugar donde dejaron el bosque. Había estado en ese
lugar más temprano. Ahora, sin embargo, había algún tipo de actividad
frenética en marcha: Luces rojas y azules brillaban en los autos,
proyectores iluminaban las sombrías siluetas oscuras de personas.
Elena los miró curiosamente. Varios eran familiares. Esa mujer, por
ejemplo, con el delgado rostro y ojos ansiosos-¿Tía Judith? Y el hombre
alto al lado de ella-¿El prometido de la tía Judith, Robert?
Debe haber alguien más con ellos, pensó Elena. Un niño con cabello
tan pálido como el de Elena. Pero por más que lo intentó, no pudo
conjurar nombre alguno.
Las dos chicas con sus brazos alrededor de cada una de ellas,
paradas en un círculo de oficiales, recuerdo a esas dos pensó. La
pequeña de pelo pelirrojo que lloraba era Bonnie. La alta con cabello
oscuro barrido, Meredith.
“Pero ella no estaba en el agua,” le decía Bonnie a un hombre en
uniforme. Su voz temblaba al borde de la histeria. “Vimos a Stefan
salir. Se los he dicho cientos de veces.”
“¿Y la dejaron ahí con ella?”
“Tuvimos que hacerlo. La tormenta estaba empeorando, y algo se
aproximaba-“
“Olvida eso.” Meredith le interrumpió. Ella sonaba ligeramente más
calmada que Bonnie. “Stefan dijo que si ella-tenía que dejarla, la
dejaría postrada debajo de los árboles de sauce.”
“¿Y dónde se encuentra Stefan ahora?” Preguntó otro oficial
uniformado.
“No sabemos. Regresamos para ayudarla. Probablemente nos siguió.
Pero acerca de lo que le pasó a-a Elena…” Bonnie se volteó y clavó su
rostro en los hombros de Meredith.
Estaban disgustadas conmigo, recordó Elena. Que tonto de su parte.
Puedo dejar claro eso, de todos modos. Ella empezó a seguir la luz,
pero Damon la jaló de regreso. Ella lo miró, herido.
“No de esa manera. Selecciona a los que quieras, los atraeremos
hacia fuera,” dijo.
“¿A los que quiera para qué?”
“Para alimentarte, Elena. Eres una cazadora ahora. Esas son tus
presas.”
Elena presionó su lengua contra una muela canina dudosamente.
Nada ahí afuera lucía como comida para ella. Sin embargo, porque
Damon lo dijo, se inclinó a darle el beneficio de la duda. “Lo que tu
digas,” dijo obligadamente.
Damon inclinó su cabeza hacia atrás, los ojos se acercaron,
inspeccionando la escena como un experto evaluando una pintura
famosa. “Bien, ¿Qué te parece una pareja de buenos paramédicos?”
“No,” dijo una voz detrás de él.
Damon observó levemente sobre sus hombros a Stefan, “¿Por qué
no?”
“Porque ya ha habido demasiados ataques. Tal vez necesite sangre
humana, pero ella no tiene por qué cazarlos.” El rostro de Stefan era
callado y hostil, pero había un aire de determinación sombría en él.
“¿Hay alguna otra manera?” Preguntó Damon irónicamente.
“Tu sabes que sí lo hay. Encuentra a alguien que esté dispuesto-o a
alguien que puede ser influenciado a estar dispuesto. Alguien que lo
haría por Elena y que sea lo suficientemente fuerte para manejar esto,
mentalmente.”
“Y supongo que tu sabes donde podemos encontrar a tal parangón
de virtudes.”
“Llévala a la escuela. Te encontraré ahí,” dijo Stefan, y desapareció.
Dejó la actividad todavía en movimiento, las luces iluminando, la
gente murmurando. Mientras se alejaban, Elena notó algo extraño. En
medio del río, iluminado por los reflectores, se encontraba un
automóvil. Estaba completamente sumergido excepto por la parte
delantera, que se encontraba atascado fuera del agua.
Que lugar tan estúpido para aparcar un auto, pensó ella, mientras
seguía a Damon de regreso en el bosque.
Stefan empezaba a sentirlo de nuevo.
Dolía. Pensó que pasaba de sentir dolor, a sentir cualquier cosa.
Cuando sacó el cuerpo sin vida de Elena del agua oscura, pensó que
nada podría lastimarlo de nuevo porque nada podría igualar ese
momento.
Estaba equivocado.
Se detuvo y se paró con su brazo bueno aferrado alrededor de un
auto, cabizbajo, respirando profundamente. Cuando la neblina roja
empezó a disiparse y pudo ver de nuevo, siguió adelante, pero el dolor
de la quemadura en el pecho continuó sin disminuir en lo más mínimo.
Deja de pensar en ella, se dijo a sí mismo, sabiendo que eso no serviría
de nada.
Pero no estaba realmente muerta. ¿Eso no contaba para algo? Pensó
que nunca volvería a escuchar su voz de nuevo, a sentir su piel…
Y ahora, cuando ella le tocó, quería matarlo.
Se detuvo de nuevo, mareándose, temeroso de que fuera a
enfermarse.
Verla de esa forma era una peor tortura que verla tumbada fría y
muerta. Tal vez esa era la razón por la que Damon la dejó vivir. Tal vez
esta era la venganza de Damon.
Y tal vez Stefan sólo debería hacer lo que había planeado hacer
después de matar a Damon. Esperó hasta el amanecer y tomó el anillo
de plata que lo protegía de la luz del sol. Parado, bañado en el fiero
abrazo de aquellos rayos hasta que quemaran la carne de sus huesos y
detuviera el dolor de una vez por todas.
Pero sabía que no lo haría. Mientras Elena caminara en la tierra,
nunca la dejaría. Incluso si lo odiara, incluso si lo siguiera su espíritu.
Haría cualquier cosa que estuviera a su mano para mantenerla a salvo.
Stefan se desvió en la pensión. Necesitaba limpiarse antes de dejar
que los humanos lo vieran. En su cuarto, se lavó la sangre de su rostro
y su cuello y examinó su brazo. El proceso de curación había
empezado, y con concentración pudo acelerar el proceso. Estaba
consumiendo su fuerza con rapidez; la pelea con su hermano lo había
debilitado. Pero esto era importante. No debido al dolor-lo notó
tímidamente-sino porque necesitaba adaptarse.
Damon y Elena esperaban afuera de la escuela. Pudo sentir la
impaciencia de su hermano y la nueva presencia de Elena ahí en la
oscuridad.
“Más le vale que esto funcione,” dijo Damon.
Stefan no dijo nada. El auditorio de la escuela era otro centro de
conmoción. La gente parecía haber disfrutado del baile del Día de los
Fundadores; de hecho, aquellos que permanecieron a través de la
tormenta se encontraban postrados en los alrededores o en pequeños
grupos platicando. Stefan miró hacia la puerta, buscando con su mente
por una presencia en particular.
Lo había encontrado. Una cabeza rubia estaba sentada en una mesa
en la esquina.
Matt.
Matt siguió de frente y miró alrededor, confundido. Stefan le invitó a
salir. Necesitas algo de aire fresco, pensó, insinuando la sugestión en el
subconsciente de Matt. Sientes la necesidad de salir por un momento.
Para Damon, parado invisible justo detrás de la luz, el dijo, llévala a
la escuela, al cuarto de fotografía. Ella sabe donde está. No se
muestren hasta que yo les diga. Entonces retrocedió y esperó a que
Matt apareciera.
Matt salió, su rostro dibujado volteó hacia el cielo sin luna. Empezó
violentamente cuando Stefan empezó a hablarle.
“¡Stefan! ¡Estas aquí!” Desesperación, esperanza y horror
empezaban a dominar su rostro. Corrió hacia Stefan. “¿Ello la---han
traído de vuelta? ¿Hay alguna noticia?”
“¿Qué has oído exactamente?”
Matt lo observó por un momento antes de contestarle. “Bonnie y
Meredith vinieron diciendo que Elena había salido al puente Wickery en
mi auto. Dijo que ella…” Pausó un momento y empezó a sollozar.
“Stefan, no es cierto, ¿Verdad?” Sus ojos empezaban a humedecerse.
Stefan miró hacia otro lado.
“Oh, Dios,” dijo Matt con dificultad. Volteó hacia Stefan, presionando
la palma de sus manos contra sus ojos. “No puedo creerlo; No es
cierto. No puede ser verdad.”
“Matt…” Tocó el hombro del otro muchacho.
“Lo siento.” La voz de Matt era áspera y ruda. “Debes de estar
atravesando un infierno, y aquí estoy yo empeorando las cosas.”
Más de lo que crees, pensó Stefan, su mano se apartó. Vino con la
intención de usar sus poderes para persuadir a Matt. Ahora eso parece
imposible. No podía hacerlo, no a su primer-y único-amigo humano que
ha tenido en aquel lugar.
Su otra única opción era decirle la verdad a Matt. Dejar que Matt
tomara su propia decisión, que conociera todo al respecto.
“Si hubiera algo que pudieras hacer por Elena en este momento,”
dijo, “¿Lo harías?”
Matt estaba demasiado perdido en sus emociones para preguntar
que clase de pregunta estúpida era esa. “Cualquier cosa,” dijo casi en
rabia, cubriendo con su manga sus ojos. “Haría cualquier cosa por
ella.” Miró a Stefan con algo de desafío, su respiración temblaba.
¡Felicidades!, pensó Stefan, sintiendo el repentino profundo abismo
en su estómago. Te has ganado un viaje a la Zona del Crepúsculo.
“Ven conmigo,” dijo. “Tengo algo que mostrarte.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario