La enfermedad de Lyme, también conocida como borreliosis, es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Borrelia burgdorferi, que es trasmitida por las garrapatas. El criterio diagnóstico del CDC excluye muchos casos de Lyme y se ha demostrado en muchos estudios que las pruebas serológicas dan muchos falsos negativos por lo que el diagnóstico, a falta de mejores pruebas, es clínico. Lyme es conocida como la nueva gran imitadora y puede presentar los síntomas de otras enfermedades como síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, esclerosis múltiple, ELA, lupus, etc. Existe suficiente evidencia que indica que la infección activa por B. burgdorferi es la causa de la persistencia de los síntomas en el Lyme Crónico. El Lyme si no se detecta a tiempo es posible que evolucione a su forma crónica y los afectados necesiten tratamiento antibiótico prolongado e incluso indefinido. Esta enfermedad fue descrita por primera vez en Estados Unidos (en Lyme, Connecticut) en el año 1975.[1] Casi el 100% de los casos se presentan durante la estación cálida. En un principio se desarrolla la etapa inicial de la enfermedad, también llamada “Enfermedad de Lyme inicial”, pero si no recibe el tratamiento médico indicado, ésta puede derivar en su etapa secundaria e incluso agravarse para desencadenar una etapa terciaria. Estamos frente a agentes con una agresividad que es importante identificar, prevenir y tratar. La sospecha inicial de que estos agentes producían cuadros clínicos autolimitados ha sido totalmente superada después de la descripción de formas graves y de cuadros de evolución crónica en pacientes no tratados.
martes, 4 de mayo de 2010
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